Page 89 - El valle de los Cocuyos
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Rumbo a las montañas de Silbo Brumoso volaron el halcón y los colibríes
sosteniendo con sus picos al árbol de café. El Pajarero cantaba alegremente
mientras en sus hombros aleteaban los bellos alcaravanes. Jerónimo y Mariana
iban tras el Pajarero, tomados de la mano. Mariana volvía continuamente la
mirada hacia el volcán; una mirada triste y dolorosa.
—¿No estás contenta de dejar el volcán? —le preguntó el niño que no le había
quitado los ojos de encima.
—Sí... Jerónimo. Pero allá quedó alguien a quien yo amaba. Allá en el fondo del
pozo del Olvido... —dijo ella a punto de echarse a llorar.
—¿Quién? —preguntó Jerónimo temblando.
—Un hombre moreno de risa fácil y corazón inmenso —le dijo ella.
—¿Como te salvaste del agua del Olvido? —preguntó el niño, nervioso.
—Pensaba en un niño. El agua del Olvido nada puede contra el recuerdo de un
niño. Finalmente la Sombra se cansó y prefirió encadenarme fuera del pozo. Los
pájaros del Olvido estaban encargados de procurarme un poco de alimento.
—¿Quién era ese niñ...