Page 90 - El valle de los Cocuyos
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La pregunta de Jerónimo fue cortada por un súbito temblor que los echó a todos

               por tierra. Un espantoso rugido los hizo estremecer y un impresionante
               resplandor los cegó.





               —El volcán de Piedra es ahora un volcán de fuego —murmuró el Pajarero.






               Se quedaron allí agazapados un buen rato y luego reemprendieron su marcha
               silenciosos.






               El sol se elevó. Jerónimo, que miraba fijamente a los alcaravanes, se quedó por
               un momento paralizado. Mariana lo miró interrogante.






               —¡Pajarero Perdido! —gritó el niño.





               El viejo pegó un salto y se volvió, asustado.






               —¿Qué pasa, Jerónimo?






               —¡Ay, Pajarero! ¿No te das cuenta de lo que ocurre? —le preguntó Jerónimo sin
               poder contener la risa.






               El viejo miró a un lado y otro sin lograr adivinar la razón de la risa de Jerónimo.
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