Page 31 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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—¿Han visto a una mujer más bella que su reina?
Tanto las damas de palacio como los guardias respondían negativamente. Y
todos estaban en lo cierto: el rey, valiente y aventurero, hacia incursiones con su
guardia de apenas unos cuantos hombres, so pretexto de proteger sus dominios,
aun de seres que no representaban riesgo alguno. Y aunque en el fondo de su
corazón sentía lástima por las criaturas a las que perseguía y capturaba, el que
su pueblo celebrara su valentía en cada expedición lo halagaba, pero también lo
había endurecido. Por su parte, la reina era, en efecto, la mujer más hermosa
del reino. Al nacer, sus hadas madrinas la habían dotado de gracia, de un
cabello con brillo de sol y de una hermosa voz. No obstante, con los años tales
dones habían ido mermando, lo cual implicaba que, para mantenerlos, debía
invertir enormes cantidades de dinero y esfuerzo.
Con el tiempo, la vida de los reyes se volvió gris, monótona. Para empeorar las
cosas, los rumores de una posible invasión se propagaron y ocasionaron temor
entre los habitantes. El reino vecino, llamado Muy Lejano (con un solo “Muy”,
pues el Muy Muy Lejano aparecía en otro cuento), había sido gobernado por el
Príncipe Valiente, un sanguinario líder cuyo hijo, el Príncipe Encantador, un
sujeto vanidoso y nada interesante, que en ese momento gobernaba, tenía a su
vez un hijo: el Príncipe Azul, un bebé predestinado a la fama. Estos monarcas
llevaban años queriendo anexar a sus dominios el reino donde acontece nuestra
historia: el Reino de la Imaginación Olvidada.
Más de un soberano ambicionaba agregar dichas tierras a su reino, pero algo se
lo impedía: el Reino de la Imaginación Olvidada se encontraba rodeado por el
Bosque de los Personajes Olvidados, un misterioso lugar donde habitaban los
seres más extraños del Mundo de los Cuentos de Hadas: aquellos que habían
surgido de la mente de los escritores, pero que aún no tenían historia, lo cual los
condenaba a deambular como meros espectros hasta que formaran parte de un
cuento, o a desparecer al ser olvidados del todo por sus creadores. La leyenda
decía que si un personaje, por famoso que fuera, por ejemplo, la Bella
Durmiente (cuando despertara, por supuesto), se introducía en dicho bosque,
corría el riesgo de ser olvidado por sus lectores y de convertirse en un espectro
condenado a vagar, hasta el fin de los tiempos, en la espesura del olvido que
cubría el bosque como una bruma. Dicha condición geográfica protegía el reino
de la ambición de otros monarcas, aunque al mismo tiempo lo alejaba de la
posibilidad de alcanzar la fama; algo que todos sus habitantes anhelaban desde
el fondo de sus corazones.