Page 32 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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A pesar de todo, el Príncipe Encantador llevaba años enviando emisarios a
internarse en el Bosque de los Personajes Olvidados con la misión de
traspasarlo y llegar al Reino de la Imaginación Olvidada para solicitar a su rey
que entregara sus misteriosas tierras o la mano de su hija en matrimonio al
Príncipe Azul, si quería evitar una guerra.
Después de muchos intentos y varios emisarios desaparecidos, finalmente uno
de ellos logró llegar al Reino de la Imaginación Olvidada con la carta del
Príncipe Encantador. Fue recibido en palacio por el rey, la reina, la corte y por
quienes, sin ser invitados, consiguieron colarse en la recepción. Era tan poco
habitual que recibieran visitas, que su llegada se volvió un gran acontecimiento.
El emisario, que así se llamaba —Emisario—, arribó algo asustado, pero
satisfecho por haber logrado atravesar el bosque, lo cual ya era un buen
avance. Al vislumbrar el castillo y la villa, le pareció que todo su esfuerzo no
había valido tanto la pena, pues había resultado complicadísimo atravesar la
bruma del Bosque de los Personajes Olvidados. Aun así, estaba feliz de haber
cumplido las órdenes del Príncipe Encantador, ya que eso representaba grandes
posibilidades para su futuro.
Durante el recibimiento, Emisario saludó cortésmente a sus anfitriones. En el
salón principal del palacio se desarrolló la primera audiencia, donde se
decidiría el futuro de la princesa Anjana, quien aún no había nacido, pero que,
desde aquel día, formó parte de esta historia:
—¡Bienvenido al Reino de la Imaginación Olvidada, digno Emisario! —exclamó
el rey, a lo que siguió un aplauso de toda la corte.
—Gracias por su cálida recepción, respetado rey. Soy el Emisario Real del
Príncipe Encantador, a quien, imagino, todos ustedes conocen —dijo al iniciar su
participación el enviado, que era un hombre pequeño y de grandes ojos saltones.
La concurrencia asintió emocionada, pues el Príncipe Encantador era
ciertamente muy famoso, admirado y bastante envidiado por quienes habitaban
ese reino olvidado de la imaginación de los escritores. Ante el asentimiento
general, Emisario continuó—: Estoy aquí por un asunto de vital importancia para
el Mundo de los Cuentos de Hadas. Vengo a solicitar, a nombre de mi señor, el
Príncipe Encantador, la mano de la hermosa princesa de este castillo, pues mi
soberano recientemente tuvo un hijo con su majestad, la Bondadosa Reina, y
desean añadir estas tierras, y su peculiar bosque, a sus dominios.