Page 36 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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arreglo matrimonial que propone su soberano resulta una curiosa forma para tal
fin, pero tengo algunas dudas que espero pueda aclarar —la reina hizo una pausa
para tener la atención de los presentes—: si la guerra es un medio trágico para un
fin como la paz, ¿cómo es que el Príncipe Encantador puede hacer un
planteamiento similar?
”Por otro lado, si bien es cierto que tendremos pronto, muy pronto, un bebé,
nadie puede asegurar que será una princesa y no un príncipe. ¿Ha pensado en
lo que pasaría si comprometemos en matrimonio con el Príncipe Azul al futuro
príncipe de nuestro reino?
”Y, finalmente, me gustaría saber algo que atañe a su persona: ¿cómo logró
llegar hasta nuestro reino sin perderse en el Bosque de los Personajes
Olvidados? A su arribo manifestó que no era el primer emisario, pero sí el único
que pudo cruzar nuestra defensa natural, lo cual me lleva a una duda más: de
no aceptar la propuesta de enlace con el Príncipe Azul, ¿cómo hará el ejército
de Muy Lejano para llegar aquí sin extraviarse o desvanecerse en la bruma a la
que sólo los habitantes del Reino de la Imaginación Olvidada somos inmunes?
El rey, Emisario, la corte y hasta los pájaros guardaron silencio ante tales
preguntas. El rey, que no solía prestar demasiada atención a las opiniones de su
esposa, se sintió de repente muy orgulloso de ella, no por su belleza ni por su
encanto, sino por su inteligencia.
Emisario, pálido como la nieve que cubría la Montaña de la Desmemoria en las
tierras más remotas del reino, finalmente tragó saliva, dispuesto a dar una
respuesta. Todo el salón tenía la mirada fija en él.
—Ejem… Oh, querida reina, usted no sólo es hermosa, como se rumoraba, sino
que también habla bastante, lo cual es novedoso en una reina de cuento de hadas.
Espero que su hija, pues hago votos por que nazca una niña, no herede ese
talento, tan poco común en nuestro mundo, pues aunque es maravilloso, no es
del todo apropiado, como usted debe saber…
—Eso no responde las preguntas, Emisario —lo interrumpió el rey—. Además,
en mi reino yo decido qué es o no apropiado.
—Si así son las cosas, está claro por qué los escritores han olvidado este reino
tan sin chiste —dijo casi para sí Emisario.