Page 43 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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ANTES DE PARTIR, Emisario solicitó varios frascos del sol líquido que la reina
               usaba en el cabello como regalo para el Príncipe Azul, cosa que nadie
               comprendió.


               Por su parte, los habitantes del Reino de la Imaginación Olvidada se volcaron
               en una fiesta ante el anuncio de que pronto, muy pronto, sus soberanos serían
               los felices padres de una hermosa princesa.


               La celebración se prolongó durante días, y la algarabía ante la posibilidad de
               formar parte de una historia famosa pareció embriagar a cada habitante del
               reino, salvo a los propios reyes, quienes se encerraron horas en su habitación a

               charlar, y, bueno, también a discutir:

               —¿Qué esperabas que hiciera, aceptar una declaración de guerra del más
               poderoso de los reinos de nuestro mundo? —gritaba el rey—. ¿Acaso has

               olvidado que el Príncipe Encantador es hijo del sangriento Príncipe Valiente, y
               que desde que la Bondadosa Reina se robó a los siete enanos de Blanca Nieves
               para integrarlos en su corte de bufones es la más popular de todas las reinas?
               Actuar de manera diferente habría sido una condena lamentable para todo
               nuestro pueblo.


               —Pero ¿y si no tenemos una niña? ¡Qué va!, ¿y si no tenemos un bebé, para
               empezar —dijo la reina—, cómo explicaremos esto a Emisario el próximo año?


               —No lo sé —contestó el rey.


               La verdad es que ambos tenían razón, y lo sabían. Se hallaban ante una terrible
               encrucijada. Sabían que ésa no era la mejor manera de planear una familia:
               para evitar una masacre; pero no tenían opciones.


               —Además, habíamos dicho que no seríamos padres hasta que “el amor a primera
               vista” surgiera entre nosotros. ¿Sabes?, últimamente he pensado que si no se ha
               dado no es porque necesitemos anteojos —agregó la reina con amargura y
               melancolía.


               —¿Quieres decir que…?

               —Pienso que…
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