Page 44 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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—No lo digas, por favor —suplicó el rey—. Yo también lo pienso, pero no lo
digas. Es demasiado doloroso.
—Está bien, como prefieras, pero ¿qué vamos a hacer?
El rey se acercó al lecho donde la reina estaba sentada, con el semblante
decaído y apagado; acarició su cabello, que a esa hora apenas despedía un
ligero brillo de sol, y le dijo con ternura:
—Tendremos una hermosa princesa. Tan hermosa como su madre.
—Y tan valiente como su padre —añadió la reina entre sollozos.
—E inteligente, como su madre.
La reina se sonrojó. Era la primera vez que el rey utilizaba tal calificativo para
describirla.
—Estuviste brillante allá abajo —agregó el rey mientras acariciaba las suaves
mejillas de la reina—, y no por los rayos de sol de tu cabello.
La reina se pasó las manos por la tersa melena.
—¿No te parece algo extraña la solicitud de Emisario? —preguntó ella.
—Sí, ¿para qué querría un niño azul tener el cabello con brillo de sol?
—No tengo idea. ¡Ah, y con lo costosas que son esas botellas!
—Si lo sabré yo —dijo pesadamente el rey.
Y así, en una noche sin luna que tiñera de plata el mar y sus costas, que
colindaban con la Montaña de la Desmemoria, y mientras el pueblo del Reino
de la Imaginación Olvidada festejaba el futuro nacimiento de la heredera al
trono, sus padres lloraban en silencio, lo más alejados del “felices para
siempre” que jamás habían estado.
Al poco tiempo la reina comenzó a lucir un abultado abdomen. Estaba hecho:
pronto nacería un bebé. En medio de los festejos y de los cientos de regalos que
inundaban el palacio, procedentes de cada habitante de aquel olvidado reino, la