Page 19 - Hasta el viento puede cambiar de piel
P. 19
3
“TODAVÍA NO HAN ENCONTRADO a la señora Lulú. Tengo un mal
presentimiento de todo esto, hija. Por eso quiero que te vayas a la casa y no
salgas en toda la tarde. Voy a ver a José después de salir del trabajo, así que llego
un poco más tarde.”
Estaba caminando con Tania rumbo a nuestras casas cuando me llegaron estos
pensamientos de mi mamá.
—¿Qué pasó, tú? ¿Por qué de pronto te quedaste callada? —me preguntó mi
amiga con extrañeza, mientras me tocaba el hombro.
—Mi mamá me mandó un pensamiento. Dice que no se sabe nada todavía de la
señora Lulú.
—Es una pena que la tía de Mario esté enferma de gripa, si no ella podría
encontrar su pista.
Seguimos caminando, pero arrastrando los pies, como si los tuviéramos
enterrados en un cajón de arena y buscáramos sacarlos a cada paso, tan sólo para
volver a enterrarlos, como se avanza cuando no se quiere llegar a donde se tiene
que ir. Entonces Tania dijo con dificultad, como sacando las palabras del mismo
cajón de arena:
—¿Y si la doctora tiene razón?
—¿La doctora?
—Mientras me daba el aviso para mis papás, oí que le habló una trabajadora de
una oficina del gobierno que se dedica a encontrar personas desaparecidas para
preguntarle por la señora Lulú. ¿Y qué crees que dijo? Dijo que no sabía nada, y
También les dijo que creía que la señora simplemente se había ido a visitar a
algún pariente.
—Pero ella no tenía parientes.