Page 113 - Un abuelo inesperado
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–¡Hijo mío! –dijo, y le plantó un beso también al lado de la oreja. No sé si con

               pitido, si con petardo, sí con retraso.

               –¡Hola! –dijo mi abuelo–. Te sientan bien esas gafas. Nadie de la familia ha
               llevado gafas. Tu bisabuelo no veía ni tres en un burro, pero nunca se las quiso

               poner. Tropezaba con todo. Ya ves. Otro testarudo.

               Mi padre afirmó con la cabeza, se acercó y le dio un abrazo de fotografía en
               blanco y negro. De esas que se hacen en las calles de París.


               –Y entonces, ¿te has portado bien? –me preguntó mamá.


               –Se ha portado como un hombre –dijo mi abuela.


               Y en aquel momento llegó Tarzán. Se puso al lado de mi padre y ladró. Volvió a
               ladrar y se tumbó a sus pies, como diciendo: «Mirad lo que he encontrado».
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