Page 86 - Un abuelo inesperado
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La fotografía no era muy original. Una playa desierta, el cielo azul, un sol
enorme que recordaba la yema de un huevo de avestruz, muy naranja; a la
derecha, una palmera combada, como si la hubiese pisado la bota de un gigante.
Le di la vuelta. Era la letra de mi madre. Contaba que se lo estaban pasando muy
bien, que el tiempo era magnífico, que las aguas eran transparentes. Justo lo que
me había dicho mi abuela. Pensé que, o mi abuela podía adivinar lo que ponía en
las postales llegadas desde el extranjero, o la había leído a escondidas.
Sin duda, lo mejor venía al final:
Estoy intentando convencer a tu padre para que vayamos a buscarte. Así no
tendrás que volver solo. Un millón de besos. Te quiero. Mamá.