Page 96 - Un abuelo inesperado
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hasta el remolque, como un imán.


               Giré el manillar y allí que fui. Frené con la mano que tenía libre y arrojé la bici
               al suelo. Aquella fuerza magnética seguía tirando de mí hasta que me senté en el
               suelo y apoyé mi espalda en una de aquellas enormes ruedas, negra como las

               tapas del cuaderno. El corazón me latía a mil por hora. Abrí el cuaderno por la
               primera página: estaba en blanco, como en los buenos libros.
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