Page 100 - Un abuelo inesperado
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La narración continuaba con el nacimiento de mi padre, el de mi tía Helena, los
sacrificios del trabajo en el restaurante.
Fue a partir de la página dieciocho cuando el nombre de mi padre empezó a
repetirse una y otra vez: mi padre y sus rarezas, mi padre y sus antojos, mi padre
y su inconstancia...
El día de su décimo cumpleaños, le regalamos un puzle de mil piezas. Nos lo
había estado pidiendo todo el año. ¿Qué te crees que dijo nada más quitarle el
papel de regalo? Pues que prefería hacer maquetas de barcos para luego
meterlos dentro de botellas de vidrio.
Conforme avanzaban las páginas, más crecía mi padre, más cosas dejaba a
medio hacer, más se enfadaba mi abuelo, más se distanciaban.
Nunca antes había leído con tantas ganas. Levanté la cabeza del cuaderno y
descubrí que había empezado a atardecer. ¿Cuánto tiempo llevaba leyendo?
Seguía pegado a aquella rueda, como un imán de nevera. No me extrañaría que
se me hubiera quedado marcada la forma del neumático. Probablemente mi
abuela habría comenzado a preocuparse por mi tardanza. Pasé de página, era la
número veinticuatro.