Page 20 - El sol de los venados
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Nos zarandeó y nos vació los bolsillos, todo eso sin decir una palabra, como si

               además de ciega fuera muda. Me puse a temblar, estaba segura de que, de alguna
               manera, nos estaba viendo. Desde ese día, le tengo miedo. Mamá me explicó
               mucho después, cuando le confesé mi falta, que los ciegos oyen más que los
               demás y sienten más cuando tocan las cosas. Sin embargo, eso no me convenció;
               yo creo que doña Inés, de alguna manera, ve.
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