Page 25 - El sol de los venados
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DON SAMUEL ES UN SEÑOR BAJITO y delgado, que se viste muy elegante y
usa siempre un bastón. Es un viejo cascarrabias dueño de todas las casas de la
manzana (de la nuestra también) y su casa es la única que tiene dos pisos. La
abuela dice que es muy rico y que debe de tener debajo de su cama un baúl lleno
de dinero.
Mamá me mandó a casa de don Samuel a devolver una bandeja que le había
prestado una de sus hijas. Siempre me toca hacer todos los recados, porque a
Tatá no le gusta hacerlos. Y, según mamá, Coqui y el Negro son unos
irresponsables yo soy la única obediente. ¿Cómo podría decirle “no” a mamá?
Además, dije que sí porque hacía tiempo que quería entrar en casa de don
Samuel. Subí las escaleras un poco asustada. El suelo parecía un espejo de tan
brillante. Cómo me hubiera gustado ver así el suelo de mi casa pero papá no
siempre tiene dinero para comprar cera. Me recibió una de las hijas, la que usa
gafas y saluda a mamá con mucha amabilidad. Se llama Alicia.
–Mamá le manda la bandeja –dije en voz baja.
–Gracias, Jana.
–¿Cómo sabe mi nombre?
–¿Tu nombre o tu sobrenombre? –me preguntó sonriendo.
–Mi sobrenombre. Me llamo María Juanita, pero cuando el Negro estaba
aprendiendo a hablar me decía Jana y, desde entonces, me llaman así.