Page 45 - El disco del tiempo
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Nuria consultó su reloj. Faltaba una hora para que cerraran. De pronto, se sintió

               muy cansada y cayó en la cuenta de lo poco que había dormido. Fue el ambiente
               del museo el que le produjo la somnolencia, pues recordó que de niña, los
               museos le daban sueño. Bostezando, deambuló por las salas en busca del Disco
               de Festos. La emoción del viaje se había transformado en indiferencia, ¿qué
               podía ella descubrir con sólo mirar un objeto?


               Ahí estaba el disco, en su pequeña vitrina, como una gota de tiempo del color de
               la miel. Un muchacho delgado estaba pegado al vidrio protector como una lapa,
               actitud que propició que un custodio le pidiera a señas que se separara.


               —Ése sí que es un fanático —pensó Nuria.


               —S’il vous plaît… —dijo el muchacho al guardia, haciendo señas de que quería
               quedarse pegado a la vitrina que resguardaba el disco.

               —Y un fanático francés —completó la chica en su pensamiento.


               Nuria se aproximó con el objetivo de contemplar el disco a pesar de la extrema
               devoción del muchacho, que luchaba por vencer la tentación de adherir ojos y
               nariz al vidrio. Éste se percató de su presencia y se incorporó. Nuria y él se

               miraron por un momento y al mismo tiempo fijaron la vista en el Disco de
               Festos.
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