Page 29 - Sentido contrario en la selva
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Estaban todos fuera de las tiendas, reunidos alrededor de la lámpara. Linternas y

               machetes en las manos. Ricardo daba instrucciones a los rastreadores
               organizando la búsqueda. La primera en verme fue mi mamá. Me abrazó, me
               recorrió la cara con las manos y se tapó la boca. Todos me hacían preguntas al
               mismo tiempo; todos menos Sita.


               —¿Cómo se te ocurre, escuincle, caminar de noche por la selva? —gritaba
               Norma—. ¿No te explicamos dónde debías ir al baño? ¿Acaso no fuimos claros?


               —No se puede, Nicolás —decía Emilio sin gritar— las reglas del campamento
               son para nuestra seguridad.

               —¿Qué pensaste, Nicolás? ¿Adónde querías ir? —preguntó Ricardo molesto.


               —Quise liberar a un cabrito y no lo encontré —dije maldiciendo el nudo que me
               salió en la voz.


               Sita me apretó el brazo y todos se volcaron en toda clase de explicaciones: que
               nunca se acampa cerca del camino del jaguar… que se trataba de un depredador
               que la ley de la naturaleza… que la importancia de hacer esta investigación…
               que el jaguar los mata de un solo mordisco en la nuca, y que, dentro de todo, es

               una muerte bastante rápida para los cabritos… que no se los come a todos…

               —Yo tampoco sabía que se usarían cabritos como señuelos —dijo mi madre.


               Los rastreadores, que se mantenían a una cierta distancia de los demás, pusieron
               un gesto de impaciencia, alzaron los hombros y se fueron a sus tiendas sin decir
               palabra.


               Norma estaba furiosa; al acercarse a mí, creo que para fulminarme con los ojos,
               su mirada cambió.


               —Uff, traes la cara… fatal… —dijo, iluminándome con la linterna.


               “¿Pues qué esperabas?”, rezongué en silencio, “casi me pierdo, casi me muero
               del susto”…


               —Lo agarró la “mala mujer” —aseguró Norma.


               “Eso serás tú”, pensé para mis adentros. Pero los demás ya se habían movilizado,
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