Page 57 - Sentido contrario en la selva
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Donde tengo un sueño y se derrite el hielo en la selva…
SEGUNDO DÍA DE ADENTRARNOS en la selva. Hemos caminado muchas
horas en silencio cada día. Los hombres de los perros están desconcertados.
Susurramos incluso en el campamento cuando es de noche. Ya estamos en
territorio del jaguar y los perros empiezan a mostrar nerviosismo, pero no
precisión en seguir su rastro. El equipo discute en voz baja mientras yo me
alegro secretamente. No quisiera que mi jaguar se asustara con tanto ladrido
mientras que su corazón retumbara en mis oídos. ¿Esto no tiene sentido? Ahí en
la selva, ahí en mi interior, esto era perfectamente coherente.
Sita escribe en su cuaderno deteniendo su linterna con los dientes. De vez en
cuando la quita de su boca y limpia sus labios; parece que no puede iluminar su
página sin babear. Me da risa, pero ella sigue concentradísima, escribiendo a
toda prisa. Ricardo se acerca, le quita la linterna de la boca, la limpia en su
pantalón y la coloca entre dos ramas bajas del tronco donde está recargada Sita.
Ella agradece y sigue dándole a la pluma, casi sin levantar la cabeza. Ricardo me
hace un guiño y un gesto que dice que vimos a mi madre, la relatora, la cronista,
limpiando la saliva de una hoja de su cuaderno. Nos reímos en bajito. Más allá
se discute la estrategia del día siguiente. Norma asegura que los perros lo
cercarán si los dejamos sueltos y los demás piensan que el jaguar se alejará por
las ramas de los árboles si los oye. Hay que soltarlos cuando lo tengamos a la
vista, de esa manera trepará a un árbol, pero lo tendremos ubicado y Emilio
podrá disparar el dardo para adormecerlo. Parece que este jaguar es muy
suspicaz, dicen los expertos en conducta animal; lo calculan por el tiempo que
llevamos caminando. A los hombres de los perros no les gustan las decisiones
que toma el equipo. Se siente un poco de tensión entre los adultos; bueno, los
adultos menos Sita, que no se ha enterado de nada, o quizá sí y puede ser que
esté anotando la discusión entre ellos. Yo soy un testigo mudo. Mil veces
prefiero esa situación de tensión, este clima de disgusto, que el balido de los
cabritos atados a los árboles. Los perros no duermen, se agitan. Los hombres
aseguran que el jaguar está cerca. Ricardo dice que no se acercará, que se
mantendrá a distancia y que nunca se ha visto un jaguar merodeando un
campamento. Molestos, los hombres disienten, se reúnen, discuten y resuelven