Page 65 - Sentido contrario en la selva
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Donde me cuentan de qué están hechos los tamales, y

               los rugidos no son de felino…







               —PSSS… PSSS… —llamó C´ayum.


               Me di cuenta de que no sabía cómo me llamaba. Así que, bien amaestrado como
               estoy, en medio de la maleza, sin disminuir el ritmo de nuestros pasos, le dije mi
               nombre.


               —N´icolás —repitió él. Se oía como Ñícolaaas.


               En mi interior me alegré de que nadie de la escuela, sobre todo Pepe, escuchara
               la manera tan particular que tenía C´ayum de pronunciar mi nombre. Ya me los
               imaginaba burlándose y repitiendo “Ñícolas, Ñícolas…”


               —Ñícolaas mira, —señaló C´ayum un montón de hojas secas, levemente
               abultadas.


               Con una rama movió las hojas y me sorprendió la velocidad con la que una
               serpiente grisácea huyó de su refugio.


               —Serpiente rápida, veneno rápida más —explicó C´ayum, con su modo especial
               de usar el español. Puede que no estuviera bien usado, pero entendí
               perfectamente.


               —¿Nauyaca? —pregunté recordando una exposición de serpientes que había
               visto. Pregunté por la peor de todas, un poco por lucirme y pensando que no
               sería la que encontraríamos en el corazón de la selva.


               —Sí —contestó C´ayum tan tranquilo.

               —¿!!!!!!!? —exclamé en silencio, pero sin tiempo a detenerme para asombrarme

               como era debido.
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