Page 106 - El hotel
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SOUVENIRS
EL SEÑOR X hablaba y sudaba a chorros. La familia le escuchaba muy
interesada, haciendo un corro, incluidos el señor Aguado, mamá Leo y los
canadienses. Hasta la farmacéutica y Goyo estaban allí. El metomentodo llevaba
los pantalones remangados, los guantes blancos y el cuello desanudado. El
bigotillo, como una tachadura sobre la boca, se agitaba, dando saltos, a medida
que hablaba. Me quedé detrás de la puerta del salón, escuchando.
–... que hayan llegado a esta situación. Por desgracia, no está en mi mano hacer
nada para revertirla. Ciertamente había una cláusula en el informe, pero ya es
tarde para ello... Demasiado tarde. La niña, esa moco... ejem... Paloma –miró a
todos lados extrañándose de no verme–, ¿dónde está?
Al oír mi nombre respingué. Me oculté lo mejor que pude y continué
espiándolos con el corazón disparado por la ansiedad.
–Durmiendo –dijo mi madre.
–Quería decirles que fue esa niña la que me dijo unas cosas terribles el día que
llegó la... ejem... duquesa –aquí sonrió a la farmacéutica, que estaba sentada en
el sillón del señor Aguado y que miraba al señor X pestañeando mucho, para
espanto de todos.