Page 110 - El hotel
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               LA BATALLA FINAL






               –¡AQUÍ ESTOY! –grité saliendo de detrás de la puerta–. ¡Y no quiero su regalo!
               ¡No y no! ¿Cree que lo puede arreglar todo con unos regalos que no le gustan a
               nadie? Nosotros éramos felices con nuestras cosas y usted tuvo que venir a
               romper nuestro mundo. Está tratando de ponerlo todo a su modo: cartas de
               verdad, viajes de verdad, sombreros de verdad, perros de verdad... ¿Pero sabe
               cuál es la verdad? Que éramos mucho más felices antes sin todas esas cosas y sin
               usted.


               –¡Paloma! –me reprendió mi madre–. ¡Lo ha hecho con toda su buena intención!


               –¡Buena intención sería no haber escrito ese maldito informe!


               –Palomita, cariño, él no tiene la culpa de nuestra deuda ni de que el banco no
               quiera darnos crédito y... –comenzó a decir el abuelo.


               –¡Odio que me llamen Palomita!


               –¡El señor X ye un pedazu de pan! –gritó la farmacéutica, poniéndose muy roja.


               –¡De pan duro! –grité yo más alto.


               –¡A pan duro, diente agudo! –dijo alguien.

               –¡Cada quien mastica con los dientes que tiene!


               –¡Sin dientes no hay pan blando!


               –¡Pan blando, pan duro, me sacan de un apuro!


               –Pito, pito, gorgorito –dijo el tío Florencio por decir.


               –¡Basta! –gritó la tía Azucena viendo que la cosa se estaba desviando–. ¡Paloma,
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