Page 114 - El hotel
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               EL REGALO DEL SEÑOR X






               TODOS ESTABAN TAN INTRIGADOS que me rodeaban, extendiendo sus
               cuellos para ver qué contenía el sobre. Me quitaban la luz y no me dejaban
               respirar.


               –¿Queréis apartaros un poco? –pedí.


               Se disculparon y me dejaron espacio. Abrí el sobre y saqué los papeles que
               contenía. Mi corazón se cambió de sitio. Saltó, se detuvo y se puso a brincar
               como loco.


               –¿Qué es? –preguntó el abuelo, tan nervioso que se había enroscado los bigotes
               al meñique y no se los podía desenroscar.


               La oscuridad se hizo sobre aquellos papeles. Todos estaban otra vez encima de
               mí.


               –¡Apartaos, hombre! –grité.


               –¿Pero qué es? –preguntaron a coro.

               Se hizo un silencio expectante. Aguardé a que se separaran unos palmos y

               entonces mostré las hojas. Mis mejillas ardían de la excitación.

               –¡Las escrituras de propiedad del hotel! –dije–. Y están a mi nombre.


               –¡¿Quéeee?! –exclamaron veinte bocas al unísono.


               –¡Que me ha regalado el hotel! –dije. Me abrasaba la cara y me sentía
               terriblemente culpable por todo lo que le había dicho a aquel hombre antipático,
               que había tenido el gesto más generoso que había visto en mi vida.


               Todos se miraron sin acabar de creérselo.
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