Page 87 - El hotel
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               LA INVITACIÓN






               –¡SEÑOR X! –comenzó el abuelo, hablando muy alto y con muy buena
               dicción–. Hemos venido todos a verle para decirle que... que...


               Se puso nervioso y empezó a mirar a todos lados buscando ayuda. El señor X
               estaba lívido, sudaba y tragaba montoneras de saliva. Yo le veía la nuez y el
               bigotillo ridículos subir y bajar, y me daba pena, y también un poco de risa.


               –Que sentimos no haberle demostrado nuestra calidez, nuestra amistad –
               completó el notario. Y se notaba en su forma de hablar que tenía estudios.


               –Hemos venido para invitarle a comer –añadió la tía Azucena.


               El señor X levantó el cuello como un avestruz y lo hundió entre los hombros,
               completamente desconcertado. Nos miró de refilón y achicó los ojos.


               –¡Pero si ya he entregado el informe! –dijo, receloso.
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