Page 41 - Puerto Libre. Historias de migrantes
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Cuarta rama:



               Coyotes







               CUANDO los señores Cortés hicieron las maletas, las hicieron pensando en seis
               meses de ausencia.


               Eran dos maletas no muy grandes, porque para vivir en California no iban a
               necesitar muchos suéteres y casi ninguna chamarra. Sobre todo, no en aquella
               época del año, la de la cosecha, que es en lo que habían conseguido trabajo
               gracias a unos parientes.


               El coyote que los pasó tuvo a bien no tranzarlos.


               No se encontraron con la migra ni con los cazadores de ilegales.

               Llegaron sanos y salvos y todavía pudieron ir a conocer Los Ángeles antes de

               empezar con su trabajo de recolectores. Ella, de algodón. Él, de jitomates.

               El plan era muy claro: seis meses y basta.


               O bien volver con sus hijas.


               O mejor aún, llevárselas.


               Al quinto mes, la señora Cortés empezó a sentir fuertes dolores.


               Al octavo mes de su ilegal estancia en California, la estaban enterrando.


               Sus restos no fueron repatriados, ni en su ataúd pusieron bandera alguna.


               Está enterrada en la orilla de un campo algodonero.

               Al señor Cortés le fue muy bien. Una señorita venida de Carolina del Norte se
               encaprichó con aliviar el dolor de su pérdida.
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