Page 108 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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102 ORBITA DE PODER DE MACEDONIA
griego y que tenían por base el patrón plata. En lo sucesivo, se erigió en medida
de valor la plata a base del patrón ateniense, convirtiéndose el tetradracma en
el exponente nominal de una unidad monetaria en el que, sobre poco más o
menos, podían confluir todos los sistemas monetarios helénicos como otros tantos
quebrados en su denominador general. A la vuelta de media generación, el
“dracma alejandrino” habíase convertido en moneda universal.
No tenemos elementos de juicio para decir si con esta reforma del sistema
monetario macedónico se pretendía, al mismo tiempo, salir al paso de las dificul
tades financieras momentáneas, si Alejandro y sus consejeros tuvieron en cuenta
las consecuencias económicas de esta medida, si llegaron a prever o no la depre
ciación del oro que necesariamente habría de producirse al ponerse en circulación
los tesoros persas. Pero no necesitamos llegar tan lejos; bástenos saber, a la luz
de esta reforma de vasto alcance a que nos hemos referido, hasta qué punto
llegaron a concebirse y perfilarse los grandes planes, antes de ser puestos en eje
cución.
ÓRBITA DE PODER DE' MACEDONIA
Otro problema previo que «conviene despejar, en lo posible, es el de las bases
con que contaba la empresa a que se lanzaba Alejandro; si era su propósito aban
donar su base de partida tan pronto como dejase a sus espaldas el Helesponto o,
para emplear la expresión usual, quemar sus naves.
No podemos aceptar esta alternativa, tal como acaba de ser formulada,
aunque las razones de ello hayamos de reservarlas para el curso ulterior de nuestra
exposición. De momento al menos, lo importante para Alejandro era estar
seguro de su base, y sólo en la medida en que lo estuviera, militar y política
mente, podía aventurarse a descargar el primer golpe y confiar en que sus efectos
se desarrollasen.
La órbita de poder de Alejandro extendíase desde Bizancio hasta el Eurotas
y, tierra adentro, se remontaba sobre el Haimos y el Pindos para llegar hasta
el Danubio y el mar Adriático; esta órbita sólo abarcaba, como en ángulo recto,
dos de los cuatro lados del mar Egeo, el del norte y el del oeste; el lado del este lo
formaban las costas del Asia Menor pertenecientes al imperio persa, pero ocupa
das por las ciudades helénicas; la isla de Creta, que cierra este mar por el lado
sur, era griega, pero constituía un mundo de por sí, lo mismo que la Gran Grecia
y Sicilia, al igual que las ciudades helénicas del norte y el sur del Ponto Euxino.
Alejandro dominaba completamente el territorio situado sobre el vértice de
aquel ángulo recto y que era como la piedra angular de su órbita de poder. En este
territorio, formado por los países macedónicos, incluyendo la Tinfaia y la Paraunia
al oeste y las tierras bañadas por el Estrimon al este, era el rey nato al que obe
decían incondicionalmente la nobleza, los campesinos y las ciudades, aun las de
origen griego como Anfípolis.
En torno a estos territorios, que formaban el núcleo de su órbita de poder,
giraban los demás, que se extendían a derecha e izquierda y a retaguardia de