Page 110 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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104               ORBITA  DE  PODER  DE  MACEDONIA

       entrada septentrional del Helesponto,  frente a Lamsaco;  Sesto y  Coile en el punto
       de paso  para Abidos y  Perinto, y Selimbria  en la  Propóntide.
           En  el  norte  de  Macedonia  había  dos  principados,  el  de  los  peonios  y  un
       poco  más  allá  el  de  los  agríanos,  que  se  hallaban  bajo  la  soberanía  del  reino  y
       gozaba  del  derecho  a  la  vez  que  estaban  sujetos  al  deber  de  prestar  servicio  en
       el  ejército  del  rey;  por  lo  menos,  se  han  encontrado  monedas  de  los  príncipes
       peonios  procedentes  de  la  época  inmediatamente  posterior  a  Alejandro,  que  no
       se  ajustan al  pie  monetario  macedonio  ni  ostentan  el  cuño  del  rey.
           Los pueblos situados  más al  norte  de  ellos  hasta llegar a las  costas  del Adriá­
       tico, los  tribalos,  los autoriatas, los  dardanos,  los  taulantinos  y los  ilirios  de  Clito,
       habían  sido  pacificados  en la  campaña  del  año  335  y  obligados  a  concertar trata­
       dos en los que  aceptaban a la  fuerza la  soberanía  del  reino  macedonio;  lo  que  no
       sabemos  es  si  entre los  deberes  por  ellos  contraídos  figuraba  el  de  pagar  tributos.
           Los  vínculos  entre  la  monarquía  del  Epiro  y  el  reino  de  Macedonia  presen­
       tan  un  carácter  muy  peculiar.  Desde  que  el  rey  Filipo  arrancara  este  territorio
       a Aribas para  entregárselo  a  su  sobrino  Alejandro,  el  hermano  de  Olimpia,  exten­
       diendo  sus  dominios  hasta  el  golfo  Ambrácico,  el  Epiro  venía  siendo  como  un
       apoyo  natural  en  el  flanco  de  Macedonia;  el  matrimonio  del  joven  rey  epirota
       con  la  hija  de  Filipo,  al  convertirlo  en  una  especie  de  coposesión  de  la  reina
       Olimpia,  pareció  que  debía  vincularlo  aún  más  estrechamente  a  los  intereses
       macedonios. Sin embargo, es  muy extraño  que los  súbditos  del  Epiro  no  tomasen
       parte  en  pro  de  Macedonia  en  las  luchas  del  año  335  ni  participasen  tampoco
       en  la  gran  expedición  al  Asia;  lejos  de  ello,  el  rey  del  Epiro  emprendió  al  año
       siguiente una expedición propia a Italia  “con quince barcos de guerra y numerosas
       naves  destinadas  al  transporte  de  tropas  y  caballos”,  sin  que  podamos  decir  que
       lo  hiciera  con  el  consentimiento  de  Macedonia.  Si  fuera  posible  demostrar  esto,
       tendríamos  un  elemento  de  juicio  más,  harto  importante,  para  comprender  los
       pensamiento  políticos  de  esta  época.  Pero  tal  vez  no  sea  del  todo  inoportuno
       recordar,  a  este  propósito,  que  el  sistema  de  gobierno  de  los  molosos  no  era,  ni
       mucho  menos,  tan  marcadamente  monárquico  como  el  de  Macedonia,  sino  que
       se  hallaba  condicionado  en  una  proporción  considerable  por  el  juramento  que  el
       rey  venía  obligado  a  prestar  al  pueblo  y  éste  al  rey;  probablemente  el  rey  sólo
       podía  disponer  libremente  de  lo  que  su  patrimonio  real  le  reportaba,  lo  cual
       querría  decir  que  el  rey  de  Molosia  no  emprendería  expediciones  en  nombre
       del  estado  del  Epiro,  sino  que  enviaría  a  Italia  por  su  cuenta  y  riesgo  el  ejército
       por  él  reclutado  para  luchar  al  servicio  de  una  causa  extraña,  al  modo  como  lo
       hiciera  más  de  un  rey  espartano.
           Cuáles  eran  las  relaciones  entre  los  estados  griegos  y  Macedonia  lo  hemos
       visto ya más  arriba.  Sin  embargo,  hemos  de  volver  aquí  sobre  este  problema  para
       tratar  algunos  puntos  de  importancia  política,  aunque  no  estemos  ya,  por  falta
       de  elementos  de  juicio,  en  condiciones  de  esclarecerlos  todos.
           No  fué la liga  corintia la  que  anudó  los  vínculos  entre  los  tesalienses  y  Ale­
       jandro;  las  cuatro  regiones  de  la  Tesalia  formaban  según  su  propia  constitución
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