Page 111 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 111

ORBITA  DE  PODER  DE  MACEDONIA              105

      una  comunidad  unida  junto  a  Macedonia y  cuyos  recursos  militares  y  financieros
      se  hallaban  casi  en  absoluto  a  disposición  de  su  rey.  Lo  que  ya  no  podemos
      asegurar  es  si  este  régimen  se  extendía  también  a  las  tribus  montañesas  de  la
      Tesalia,  a  los  “cantones  incorporados”  ya  de  antiguo  a  ella,  los  dolopios,  los
      ainianos,  los  malios,  etc.,  o  estos  cantones  se  hallaban  enlazados  con  Macedonia
      solamente  a  través  de  los  vínculos  anfictiónicos.
          Tampoco  los  etolios  parece  que  formaban  parte  de  la  liga  corintia,  sino  que
      se limitaron a  ratificar sus antiguos  tratados  especiales  con  Macedonia,  por  virtud
      de los  cuales se habían  posesionado  de  Naupactos  en  el  año  338.
          La  liga  corintia  abarcaba  “la  Hélade  hasta  las  Termopilas”;  el  único  estado
      que  no  entró  en  ella  fué  Esparta.  De  los  artículos  de  la  constitución  federativa
      citados  más  arriba  se  desprende  que  la  finalidad  de  esta  liga  no  era  solamente
      asegurar a  la  potencia  dirigente  la  hegemonía  sobre  la  Hélade  y  el  suministro  de
      contingentes  helénicos  para  la  guerra  contra  los  persas,  sino,  al  mismo  tiempo,
      mantener la  paz  dentro  de  los  dominios  de  la  liga,  garantizar  la  distribución  te­
      rritorial a base de las normas establecidas en el año  338  y eliminar toda  influencia
      ulterior  de  la  política  persa  en  todos  y  cada  uno  de  los  estados  federados.  No
      poseemos  datos  más  precisos  sobre  la  organización  de  la  liga;  ignoramos,  entre
      otras cosas, si el sinedrio  de Corinto  estaba  reunido  permanentemente o  sólo  cele­
      braba  sesiones  de  vez  en  cuando,  si  Macedonia  tenía  voz  y  voto  en  él  o  el  reino
      macedonio se hallaba más bien fuera de la liga,  reservándose  al  rey,  como  “caudi­
      llo  ilimitado”  de  la  guerra  contra los  persas,  solamente  el  derecho  a  disponer  de
      los  contingentes  militares  que  los  aliados  se  obligaban  a  enviarle  y  a  determinar
      la  política  exterior  de  los  estados  federados.  En  la  liga  marítima  de  la  época  de
      Feríeles,  Atenas  tenía  un  poder  efectivo  sobre  los  demás  estados  confederados,  y
      lo ejercía  con tal rigor que  abocaba incluso sus procesos ante los  tribunales  áticos;
      en  la  segunda  liga  marítima  ateniense,  coexistían  ya  el  estado  de  Atenas  y  el
      conjunto  de  los  estados  federados  autónomos,  de  tal  modo  que  el  sinedrio  de  la
      confederación estaba reunido constantemente en Atenas, deliberaba con el  consejo
      y  el  pueblo  atenienses  acerca  de  las  medidas  que  debían  dictarse  y  el  demos  de
      la  ciudad,  a  propuesta  del  sinedrio,  tomaba  los  acuerdos  decisivos.  El  hecho
      de  que el  rey Filipo,  al  crear la liga  corintia,  se  contentase  con  una  forma  menos
      rígida  y  de  que  el  propio  Alejandro  no  creyese  oportuno  exigir  o  imponer  una
      rigidez mayor,  a pesar de habérsele presentado  dos  ocasiones para  ello,  sólo  puede
      significar  una  cosa:  que  no  consideraban  necesario  o  tenían  por  imposible  con­
      vertir, esta  federación  de  estados  de  lo  que  hoy  llamaríamos  una  asociación  de
      .derecho  internacional  simplemente  en  una  asociación  de  derecho  político.
          Es  esta  una  circunstancia  que  debe  tenerse  en  cuenta  para  apreciar  debida­
      mente las consecuencias que de ello habrán  de  derivarse,  El  modo  como  se fundó
      la  liga  y  como  se  violaron  los  tratados  que  le  sirvieron  de  base,  para  volver  a
      ratificarse  después,  demuestra  harto  claramente  que  los  juramentos  prestados  no
      bastaban, ni mucho menos, para garantizar a Alejandro la ayuda  de los  estados  fe­
      derados  en  la  guerra  contra  los  persas  y  el  mantenimiento  consecuente  de  una
   106   107   108   109   110   111   112   113   114   115   116