Page 109 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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ORBITA DE PODER DE MACEDONIA 103
ellos, a través de múltiples formas políticas que iban desde el completo vasallaje
hasta la federación más o menos coherente.
Entre estos territorios tenía especial importancia para la conquista el país
tracio, aquella parte de la órbita de poder de Alejandro que se extiende desde la
entrada del Helesponto hasta la salida del Bósforo y flanquea muy de cerca las
costas del Asia Menor. El reino tracio, que en otro tiempo dominaba la cuenca
del Hebro hasta las montañas, había sido destruido por el rey Filipo y aunque, al
parecer, siguiese en pie un resto de él bajo la forma de principado de los odrisios,
este principado había sido reducido a vasallaje por Macedonia y estaba obligado
a suministrarle hombres para sus ejércitos. La Tracia habíase convertido, si vale
aplicar aquí, como símil, un concepto tomado del imperio romano, en una provin
cia del estado macedonio. Para afirmar su dominación sobre él, Macedonia ha
bía fundado y colonizado en los puntos más estratégicos del país las ciudades de
Filipópolis, Calibe, Alejandrópolis y otras, no como colonias libres al modo
de las antiguas colonias helénicas, sino como acantonamientos militares, aunque
fuesen también comunidades civiles con autonomía municipal, pobladas con
colonos traídos de cerca y de lejos, algunos de ellos a la fuerza. El país tracio se
hallaba —por lo menos, desde el año 335 con seguridad— bajo el mando de un
estratega macedonio. No podemos saber hasta dónde se extendería su radio
de acción más allá de los desfiladeros del Haimos, ni sabemos tampoco si, como
hace presumir una noticia insegura del año 331 o del 326, las regiones “del Ponto”
estaban encomendadas a otro estratega, o si los pueblos enclavados entre el Hai
mos y el Danubio, después de la campaña del 335, sólo se hallaban obligados a
mantener una vecindad pacífica y tal vez a pagar tributos. Las ciudades griegas
situadas en las costas tracias del Ponto, desde Apolonia y Mesembria subiendo
hasta Calatis e Istros, mantenían ya relaciones de amistad con Filipo, pero no
parece que quedasen sujetas a vínculos más estrechos con Macedonia ni aun
después de la campaña del 335. Es cierto que Bizancio envió al Danubio, como
sabemos, naves para aquella campaña, pero solamente por virtud de un tratado
de carácter naval; podemos afirmarlo con seguridad, pues Bizancio no acuñó
jamás monedas alejandrinas ni en la época del propio Alejandro ni en la de los
diadocos, lo cual quiere decir que siguió siendo un estado independiente, ni más
ni menos que las ciudades griegas de la liga corintia; lo que ya no sabemos es si
Bizancio entró en esta liga o si concertó directamente tratados con Macedonia,
como estado aparte.
® Es un dato muy interesante el de que casi todas las ciudades griegas de las
costas meridionales de la Tracia llegaron a acuñar monedas alejandrinas, lo mismo
que las ciudades macedónicas, Pella, Anfípolis, Escione, etc.; ello quiere decir que
se hallaban regidas por la misma ley monetaria vigente en Macedonia y que ha
bían dejado de ser, al igual que aquéllas, “estados autárquicos”, aunque gozasen
de autonomía municipal. De estas ciudades tracias, que podemos llamar si que
remos ciudades reales, unas, como Abdera y Maronea, se hallaban en el camino
al Helesponto; otras, como Cardia, en la entrada del Quersoneso; Gritóte en la