Page 232 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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226                 DARIO  SE  RETIRA  DE  ECBATANA

      jandro  apresuró  su  marcha,  para  medir  cuanto  antes  sus  fuerzas  con  las  del
      enemigo.  Para  avanzar  más  rápidamente  dejó  atrás  el  bagaje  con  las  tropas  de
      cobertura y llegó a la Media al cabo de doce días de marcha.  Allí se enteró de que
      no  habían  llegado  al  campamento  de  Darío  ni  los  cadusios  ni  los  escitas  a
      quienes  esperaba  y  que  el  rey  persa,  para  demorar  el  encuentro  decisivo,  se
      disponía  a  retirarse  a  los  pasos  caspios,  habiendo  enviado  ya  por  delante  a
      las  mujeres,  a  los  niños  y  el  material  de  campaña.  Alejandro,  en  vista  de  ello,
      redobló  la  marcha,  decidido  a  apoderarse  de  la  persona  de  Darío  con  objeto  de
      poner  fin  de  una  vez  a  las  luchas  en  torno  al  trono  de  Persia.  Tres  jornadas
      de  viaje  antes  de  llegar  a  Ecbatana,  se  presentó  en  el  campamento  macedonio
      Bistanes,  hijo  del  rey  Ojos,  uno  de  los  que  habían  permanecido  fieles  hasta
      entonces al gran rey, quien confirmó el rumor de que Darío había huido de  Ecba­
      tana  hacía  cinco  días,  llevando  consigo  los  tesoros  de  la  Media  y  unos  siete  mil
      talentos  y  acompañado  por  un  ejército  de  seis  mil  hombres  de  infantería  y  tres
      mil  de  caballería.
          Alejandro corrió  hacia  Ecbatana.  Una  vez aquí,  puso  rápidamente  en  orden
      todos  los  asuntos.  Los  tesalienses  y  las  demás  tropas  aliadas  que  no  quisieron
      permanecer voluntariamente  en el servicio  fueron licenciados  y  enviados a  sus  ca­
      sas con la soldada íntegra y un regalo  de dos mil talentos;  pero  fueron muchos los
      que  se  quedaron.  El  persa  Oxidates,  a  quien  Darío  había  condenado  en  Susa
      a  prisión perpetua,  fué  puesto  en libertad  por  Alejandro  y,  considerandósele  do­
      blemente  merecedor  de  confianza  por  este  hecho,  se  le  nombró  sátrapa  de  la
      Media  en sustitución  de Atrópates,  ya  que  éste  se  hallaba  con  Darío.  Parmenión
      quedó  encargado  de  trasladar los  tesoros  de  Persia  a  la  ciudadela  de  Ecbatana  y
      de entregárselos a Harpalo, nombrado para administrarlos y vigilarlos, al  frente  de
      una guardia  de  seis  mil  macedonios,  con la  caballería  y  las  tropas  ligeras  necesa­
      rias;  después  de  cumplido  este  encargo,  Parmenión  debería  marchar  con  las
      tropas  mercenarias,  los  tracios,  etc.,  a  las  tierras  de  Hircania,  pasando  por  el  país
      de los cadusios. Clito, que se había quedado en Susa, enfermo, recibió la  orden de
      trasladarse  a  Partía,  tan  pronto  como  recobrase  su  salud,  en  unión  de  los  seis
      mil  hombres  que  quedaban  provisionalmente  a  las  órdenes  de  Harpalo,  para
      unirse  allí  al  gran  ejército.  Alejandro,  mientras  tanto,  salió  en  persecución  de
      Darío  con  las  demás  falanges,  la  caballería  macedonia,  los  contingentes  de  mer­
      cenarios  de  Erigió,  los  sarissóforos,  los  agríanos  y  los  arqueros.  En  doce  días  de
      marchas  forzadas  y  penosísimas,  en  las  que  quedaron  tendidos  por  el  camino
      muchos caballos  y muchos  hombres,  llegaron  a  Ragai,  desde  donde,  para  la  prisa
      que llevaba Alejandro,  había  todavía  una  marcha  muy  dura  de  ocho  millas  hasta
      la entrada de los pasos caspios.  Pero, al recibir la noticia de que Darío estaba ya al
      otro lado del desfiladero y de que llevaba una  delantera considerable en  el  camino
      hacia  Bactra,  Alejandro,  teniendo  en  cuenta  lo  agotadas  que  iban  sus  tropas,
      deeidió descansar en Ragai unos cuantos  días.
          Mientras  tanto,  Darío  acampaba  con  su  ejército  a  pocos  días  de  marcha  al
      este de los pasos caspios.  Apenas llevaba veinte millas de ventaja a sus perseguido­
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