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GUERRA  CIVIL  III


        estrecho  y  un  puente. 8           3  En  dicha  isla  se  encuentran
        moradas  de  habitantes  egipcios,  que  constituyen  un  gran
        barrio  de  la  ciudad;  sus  moradores,  a  guisa  de  piratas
         acostumbran  saquear  a  cualquier  navio  o  embarcación,
         que  por  un  error  o  una  tempestad  desvían  un  poco  su
         curso  hacia  ella.      4  Por  otra  parte,  aquellos  que  contra
         la voluntad  de quienes dominan  en  Faros  pretenden entrar
         al  puerto,  no  logran  introducir  al  mismo  sus  naves,  a
         causa  de  la  estrechez  de  la  bocana.            5  Temiendo  esto,
         César,  mientras  los  enemigos  estaban  enfrascados  en  la
         lucha,  desembarcando  algunos  soldados,  se  apoderó  de
         Faros  y  estableció  en  ella  una  guarnición. 9              6  Lo  cual
         hizo  así  para  que  de  manera  segura  pudieran  llegarle  en
         barcos  el  aprovisionamiento  y  los  refuerzos  que  necesita­
         ra. 10  Envió,  en  efecto,  emisarios  a  todas  las  provincias
         circunstantes y cercanas,11  y les  solicitó  su apoyo.  7  En
         los  demás  barrios  de  la  plaza  se  combatió  de  manera
         que  los  resultados  de  la  batalla  fueron  equivalentes,  y  ni
         uno  ni  otro  ejército  fue  derrotado—esto  lo  propiciaba  la
         apretura del espacio—;  y después de muertos unos  cuantos
         combatientes  de  ambas  partes,  César,  de  noche,  se  abas­
         tionó,  circunvalando  el  trecho  indispensable.  8  En  dicho
         trecho,  se  encontraba  una  pequeña  porción  del  palacio
         real,12  en  la  cual,  él  mismo  había  establecido,  desde  el
         principio, su  residencia,  así  como  el teatro adyacente  a  tal
         morada,  que  hacía  las  veces  de  fortaleza  y  tenía  acceso  al
         puerto  y  a  los  muelles  reales. 13  9  Estas  fortificaciones
         fueron mejoradas  en los días  subsecuentes, para mantener­
         las  opuestas  a  modo  de  murallas,  y  para  no  verse  nadie
         obligado  a  combatir  por  fuerza.  10  Entre  tanto,  la  hija
         menor14  del  rey  Tolomeo,  con  la  esperanza  de  obtener
         la  posesión  del  trono  vacante,  se trasladó,  desde  el  palacio
         al  puesto de Achilas, y comenzó a dirigir, con él,  la guerra.

          11  Pero  pronto  surgió  entre  ellos  una  disputa  sobre  la
         comandancia,  lo que incrementó las  dádivas  a  los  soldados,
         pues  el  favor  de  éstos  se  obtenía  merced  a  grandes  dis­
         pendios. 15        12  Mientras  entre  los  enemigos  sucedían



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