Page 14 - El proyecto y la metodologia de la investigacion
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Aunque todo proceso evolutivo implica la transformación conjunta del “viviente y su medio”, en el
            caso de los seres humanos esa transformación supuso además la creación de una “nueva naturaleza”,
            a la que de manera muy genérica podemos llamar “cultura”.
               Nuestros entornos son –principalmente- entornos institucionales. La historia de la humanidad –en
            sentido amplio, es decir, considerando su prehistoria- nos muestra que las instituciones sociales se han
            ido modificando, se han ido diferenciando, se han ido complejizando a lo largo de los siglos. De modo
            que los seres humanos hemos expandido nuestro medio vital a una escala no conocida para ninguna
            otra especie. Esa expansión ha hecho que enfrentemos conflictos y problemas también desconocidos
            para esas otras especies. Y, por ese medio, nos hemos transformado en la especie que busca autodesci-
            frarse mientras descifra su mundo. Esa búsqueda se ha hecho por múltiples caminos y la ciencia, como
            lo veremos, constituye uno de ellos.
               Hemos emprendido el camino de la ciencia hace muy poco tiempo: apenas algo más de cuatro
            siglos. Si bien ha servido para ampliar nuestro horizonte vital, la ciencia también ha servido para crear
            –como nunca antes en la historia humana– la posibilidad de la autodestrucción de nuestra propia
            especie y ha generado las mayores distancias entre el propio género humano (mientras algunos seres
            humanos pueden imaginar un fin de semana en el espacio, otros millones siguen naufragando en pro-
            blemas tan básicos como la falta de alimentación).
               La humanidad vivió la mayor parte de su existencia sin conocimiento científico y sin los desarrollos
            que hicieron posible lo que llamamos hoy desarrollos tecnológicos. Eso significa que la mayor parte de su
            existencia –pongamos unos 100.000 años desde los homínidos precursores del actual ser humano- la
            humanidad vivió sin luz eléctrica, sin teléfonos, sin ferrocarril, sin automóviles, sin aviones, sin com-
            putadoras, sin antibióticos, sin vacunas, ya que esos recursos comenzaron a desarrollarse desde hace
            algo más de 100 años (–y por supuesto– todavía hoy esos recursos sólo están disponibles para una parte
            muy reducida de los habitantes del planeta).
               Por eso, lo más interesante no es maravillarnos de “todo” lo que ahora tenemos. Lo más interesan-
            te es advertir que durante esos miles de años la humanidad salió adelante, resolviendo sus problemas
            vitales por otros medios que, de algún modo, permitieron a nuestra especie sobrevivir hasta hoy.
               Comenzaremos para ello señalando el punto en que esa historia comienza, lo que podríamos lla-
            mar “el origen de la inteligencia”. Ese origen no es otro que la misma adaptación vital.


            LA INVESTIGACIÓN (O EL CONOCIMIENTO) EN LAS PRIMERAS FORMAS DE LA
            VIDA SOCIAL: EL NACIMIENTO DE LA CONCIENCIA


               No todos los seres vivientes disponen de los mismos recursos ni despliegan las mismas estrategias
            para resolver sus problemas vitales, aún cuando compartan problemas parecidos. Todo lo que esperan
            de la vida es seguir manteniéndose vivos y reproducirse.
               Más allá de la gran variedad de estrategias que despliegan los millones y millones de vivientes que
            pueblan el planeta para resolver sus problemas vitales, todos ellos comparten una causa común: el
            mantenimiento de la vida –como individuos– y su reproducción –como especie–.




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