Page 23 - Proyecto Integrado--Jonathan Molina Mesa
P. 23
Cap. 2: Las Duendecillas silvestres: Azucenas y Jazmín
Continuamos ascendiendo y dejamos atrás el carril de la Lona para llegar a la
plaza de san miguel bajo. En San Miguel bajo hay una plaza pequeña conocida
como Placeta del cristo de las azucenas. El alegre ambiente de esta zona nos sirve
para mejorar el ánimo, con vistas a terrazas donde tapear, tomando el sol.
(De pronto el guía vislumbra un racimo de azucenas blancas a los pies del cristo y le hace
recordar la antigua leyenda que de esta flor cuentan)
A los pies de esta cruz nos vamos a situar para contar la historia.
Leyenda:
Estas flores son azucenas silvestres y son unas de las flores más bonitas que
hay. Su forma nos recuerda a la de una trompeta. Antiguamente las azucenas
tenían un simbolismo muy especial y romántico. Si en el ramo de la novia
tenían azucenas, estas te aseguraban una unión eterna en el matrimonio.
En primavera, las casas del albaicín, se llenaban de flores de todos los
colores y de todas las clases.
Las azucenas eran las flores preferidas de los enamorados. Estos
solían colocarse bajo algún balcón y apretando fuertemente la azucena
en la mano rogaban a alguna damisela que fuese su novia. Está claro
que flores regalar si queremos enamorar a alguien.
Pero cuentan que en esta plaza una mujer vivía con sus tías. La joven era
muy bella y tenía muchos pretendientes. Su nombre era Lili.
Las duendecillas silvestres que vivían en los jardines y bosques eran muy amigas de Lili. Un
día, estas duendecillas se percataron que los pretendientes arrancaban las azucenas que
cuidaban para dárselas a Lili, pero que esta los rechazaba. Un día un joven y apuesto galán
apareció en la plaza y Lili se enamoró. Lili y él pasaban todo el día juntos, contándose secretos
en el oído o paseando por las tardes en el albaicín. Pero lo que no sabía Lili es que no era la
única con la que pasaba el rato. El joven truhan tenía a todas las chicas de la plaza
conquistadas. Hasta que una noche. Las tías de Lili se encontraron con el joven delante de la
hornacina del cristo que tenía unas azucenas marchitas. Las tías le preguntaron cuando se iba
a casar con su sobrina y este le contesto que lo haría cuando las azucenas marchitas
florecieran. En ese momento las flores volvieron a florecer. Así que tuvo que comprometerse
en matrimonio. Las duendecillas que estaban a instancia, con su magia, hechizaron las flores
para castigar al `chavea y sentara la cabeza de una vez.
(Cuando el guía se agachó a recoger el ramo de azucenas se da cuenta que tiene otro mensaje)
Somos los duendes silvestres cuidamos de los bosques y
ayudamos a las hadas a pintar las flores. Nos gusta vivir debajo
de las raíces de cualquier planta o árbol. Mi nombre es azucena.
Os estaremos esperando al final del camino.