Page 25 - Proyecto Integrado--Jonathan Molina Mesa
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prometida. Pero la injusta vida le dispuso de otra
manera. En la batalla con Muley Hazem fue golpeado y
desmayado por un fuerte golpe. Al rato volvió en sí
encontrándose en la plaza con un montón de cadáveres.
Cuando se dio cuenta su prometida ya no estaba. Un
fugitivo que con suerte escapó con vida le informó de
lo que había pasado. El pobre Fabrique Se levantó con
pocas fuerzas y exclamó no tengo más que a mi amada
en la vida así que ¡A Granada que voy!
Mientras al otro lado, en el barrio del Albaicín era cada vez mas populoso y rico por las
innumerables familias que vivían aquí. Rebosaba vida por sus calles y las mezquitas se
llenaban de creyentes. Solo en un palacio ubicado aquí, en esta calle donde nos trasladamos
esta escena, se notaba más bien el silencio que el bullicio, la tristeza que la alegría. En el
huerto de esta casa se encontraban dos personas. Un moro joven, arrogante, de negros ojos
y barba negra, vestido con todo el lujo de los ropajes orientales junto con una seductora
joven con el más simple traje de las castellanas. Él era el árabe Salem Almanzor y ella la
doncella María de la villa de Zahara. Día y noche el árabe suplicaba a María que fuese su
esposa y que lo amase pues solo su presencia reanimaba el corazón de Almanzor que solo
gozaba en la batalla. Almanzor tenía todo lo que una doncella árabe pudiese desear. Pero ella
le repetía una y otra vez que quería reunirse con su padre en el reino de Dios.
Y le dijo: oh María Si ese Dios tuyo es tan importante para ti y crea seres con forma tan
perfectos como tú, mañana iremos a tierras de Castilla y cambiaré de religión y de rey.
La doncella muy honrada por las palabras de Salem tuvo una vez más que rechazarlo y
apenada le contestó.
El sacrificio que me ofrecéis es inmenso. Pero no puedo aceptarlo. No soy libre, mi corazón
pertenece a un guerreo castellano, y si murió en el combate, morir debe ser mi suerte. Y si
aún vive, mi señor, debo unirme a él. Lo nuestro es imposible. Amo a otro
Ante tal despreció y humillación Almanzor enfurecido le dio a María dos días de plazo para
que olvidase a su prometido castellán. Si pasado el plazo, por las buenas, no sería posible
olvidarlo tendría que ser a la fuerza.
En su soledad pasaba las horas, María, pensando en su porvenir. La última recorrió el
primoroso jardín y se detuvo ante un aljibe, que recibía las frescas aguas de Alfacar. Entonces
el demonio dejó caer en su mente un horrible pensamiento. ¿Tal vez en aquella cristalina
bóveda podría terminar su existencia y así evitar casarse con Almanzor? Pero en ese
momento un ramo de blancos jazmines, cayó a sus pies desde lo alto de las tapias que
cerraban el jardín. La joven leyó un mensaje escrito en una cinta. Mañana te salvaré espérame.
Transcurrieron las 48 horas que el feroz Almanzor puso de plazo a la encantadora María.
Ella huyó agitada y gritando al jardín pidiendo ayuda, pero nadie acudía a su auxilio.
Almanzor, no pudiendo más con esta situación, se dirigió a sus esclavas y les dijo.