Page 85 - La Constitución de los atenienses
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INTRODUCCIÓN
autor podría no haber hecho esa aclaración, pero retórica
mente resultaba necesaria, tan necesaria que la repite en los
dos exordios, al inicio de la primera y de la tercera parte, y
en otros pasajes del discurso, como en III 10: “me parece
que los atenienses tampoco deciden correctamente...” (cf.
nota al griego a III 10).
Podría pensarse que el autor no tiene necesidad de utilizar
los medios de persuasión patéticos o emocionales, sin em
bargo, podemos observar este mecanismo en una serie de
exageraciones que aparecen a lo largo del discurso, como
cuando se lamenta de que los atenienses, canten, corran y se
paseen a costa de los hombres de bien, quienes tenían que
pagar los costos de las pesadas liturgias a las que estaban
obligados. Se buscaba irritar a quienes escuchaban este logos.
Con ello el autor no hacía más que reafirmar a los destinata
rios en su misión de derrocar el odiado régimen democrático,
pero no de manera inocente y tonta, como puede suceder
entre los contendientes políticos en la lucha por el poder de
cualquier lugar y época.
En cuanto a los lugares comunes, los trabajos de los estu
diosos han dado interesantes frutos. Se trata en este caso de
una observación de la intertextualidad, donde se muestra la
confluencia de diversos tópicos manejados por los autores,
con fines diferentes y a veces opuestos, como en el caso de
Tucídides y el Anónimo. Gigante (1953: 187-197) y Fonta
na (1968: 55-80) han presentado las coincidencias (y las
diferencias) entre el Anónimo y Tucídides, en un buen nú
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