Page 143 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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VII
LA INICIACIÓN DE LA PIRÁMIDE
La Gran Pirámide de Gizeh, suprema maravilla de la Antigüedad y sin rival entre los
logros de los arquitectos y constructores posteriores, es testigo mudo de una
civilización desconocida que, una vez finalizado el período para el cual estaba
predestinada, se perdió en el olvido. Elocuente en su silencio, inspiradora en su
majestuosidad, divina en su simplicidad, la Gran Pirámide es, sin duda, un sermón
hecho en piedra. Sus dimensiones abruman la sensibilidad insignificante del hombre.
Entre las arenas movedizas del tiempo, se alza como digno emblema de la mismísima
eternidad. ¿Quiénes fueron los matemáticos preclaros que planificaron sus partes y
sus dimensiones, los maestros artesanos que supervisaron su construcción y los
artesanos habilidosos que nivelaron sus bloques de piedra?
El relato más antiguo y más conocido sobre la construcción de la Gran Pirámide es
el que brinda Heródoto, un historiador muy reverenciado, aunque algo imaginativo.
«La pirámide se construyó en escalones, como si fueran almenas, como quien
dice, o, según otros, como si fuera un altar. Después de colocar las piedras
para la base, levantaron las demás hasta el lugar correspondiente por medio de
máquinas hechas de planchas cortas de madera. La primera máquina las
elevaba del suelo hasta lo alto del primer escalón, donde había otra máquina
que recibía la piedra que llegaba y la transportaba al segundo escalón, donde
una tercera máquina la subía aún más. Podía ser que hubiera tantas máquinas
como escalones tenía la pirámide o, también, que tuvieran una sola, pero tan
fácil de trasladar que la fuesen transportando de un piso a otro a medida que la
piedra subía. Se dan las dos versiones y por eso comento las dos. Primero se
terminaba la parte superior de la pirámide, a continuación la media y, por