Page 145 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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Como las autoridades más eminentes en el tema aún no están seguras del verdadero
significado de estas marcas toscas, cualquier prueba que pueda haber de que el
edificio se construyó durante la cuarta dinastía queda contrarrestada, sin duda, por las
conchas marinas halladas en la base de la pirámide y que, según Gab, demuestran que
fue construida antes del diluvio, una teoría que corroboran las tradiciones árabes, tan
denostadas. Un historiador árabe dijo que la pirámide fue construida por los sabios
egipcios para refugiarse durante el diluvio, mientras que otro declaró que había sido la
casa donde guardaba su tesoro el poderoso monarca antediluviano Sheddad Ben Ad.
Un panel de jeroglíficos situado encima de la entrada, que un observador
despreocupado podría pensar que ofrecía una solución al misterio, lamentablemente
solo data de 1843 y se talló en tiempos del doctor Lepsius como homenaje al rey de
Prusia.
Estimulado por las historias de los inmensos tesoros guardados herméticamente en
sus profundidades, el califa Al-Mamun, ilustre descendiente del Profeta, viajó de
Bagdad a El Cairo en el año 820 con gran cantidad de obreros para abrir la imponente
pirámide. Cuando el califa Al-Mamun llegó por primera vez al pie de la Gran Pirámide
y alzó la mirada hacia su superficie lisa y radiante, violentas emociones
convulsionaron —sin duda— su alma. Es probable que la cubierta estuviera en su
sitio en el momento de su visita, porque el califa no pudo encontrar indicios de
ninguna entrada y se encontró frente a cuatro superficies perfectamente lisas.
Haciendo caso de rumores vagos, puso a trabajar a sus seguidores en la cara norte de
la pirámide, con instrucciones de seguir cortando y tallando hasta descubrir algo. Para
aquellos musulmanes, con sus instrumentos rudimentarios y vinagre, resultaba un
esfuerzo hercúleo abrir un túnel de treinta metros en la piedra caliza y en muchas
ocasiones estuvieron a punto de rebelarse, pero lo que decía el califa era la ley y la
esperanza de una fortuna inmensa les levantaba el ánimo.
Por fin, cuando estaban al borde del desánimo más absoluto, el destino acudió en
su ayuda. Se oyó caer una piedra inmensa en algún lugar de la pared próxima a los
esforzados y contrariados árabes. Siguieron avanzando hacia el sonido con renovado
entusiasmo y finalmente lograron entrar en el corredor descendente que conduce a la
cámara subterránea. Se fueron abriendo camino a golpes de cincel en torno al enorme
rastrillo de piedra que había caído en una posición que les impedía avanzar y atacaron
y suprimieron uno tras otro los tapones de granito que durante un tiempo siguieron
deslizándose por el pasillo que procedía de la cámara de la reina, situada encima.
Al final dejaron de caer bloques y el camino quedó expedito para los seguidores
del profeta, pero ¿dónde estaban los tesoros? Los obreros corrían desesperados de