Page 238 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 238
durante siglos sin combustible.
San Agustín describió una lámpara perenne, guardada en un templo de Egipto
consagrado a Venus, que ni el viento ni el agua podían apagar. Él creía que era obra
del demonio.
Se encontró una lámpara perenne en Edessa, o Antioquía, durante el reinado del
emperador Justiniano. Estaba situada en una hornacina sobre la puerta de la ciudad,
muy bien resguardada para protegerla de los elementos. La fecha que llevaba inscrita
demostraba que la lámpara había estado ardiendo durante más de quinientos años.
Fue destruida por unos soldados.
Al comienzo de la Edad Media se encontró una lámpara en Inglaterra que estaba
encendida desde el siglo III después de Cristo. Se cree que el monumento que la
contenía era la tumba del padre de Constantino el Grande.
El farol de Pallas fue descubierto cerca de Roma en el año 1401. Lo encontraron
en el sepulcro de Pallas, el hijo de Evandro, al que Virgilio inmortalizó en su Eneida.
El farol estaba situado a la cabeza del cuerpo y había ardido con un brillo constante
durante más de dos mil años.
En el año 1550, en la isla de Nesis, en la bahía de Nápoles, abrieron una
espléndida cámara de mármol en la que hallaron una lámpara encendida que había
sido puesta allí antes del comienzo de la era cristiana.
Pausanias describió una hermosa lámpara de oro del templo de Minerva que ardió
sin interrupción durante un año sin reabastecerse de combustible y sin que le cortaran
la mecha. La ceremonia de llenar la lámpara se celebraba una vez al año y el tiempo se
medía por aquella ceremonia.
Según el Fama Fraternitas, cuando se abrió la cripta de Christian Rosacruz,
ciento veinte años después de su muerte, estaba brillantemente iluminada por una
lámpara perenne que colgaba del techo.
Numa Pompilio, rey de Roma y mago de considerable poder, hizo arder una
lámpara perenne en la cúpula de un templo que había construido en honor de un ser
elemental.
En Inglaterra se encontró una tumba curiosa en la cual había un autómata que se
movía cuando un intruso pisaba determinadas piedras del suelo. Como en aquella
época la controversia rosacruz estaba en su apogeo, se decidió que aquella tumba era
de un iniciado rosacruz. Un campesino que descubrió la tumba y entró en ella
encontró el interior muy bien iluminado por una lámpara que colgaba del techo. Al
andar, su peso presionó algunas piedras del suelo y de inmediato se empezó a mover
una figura que estaba sentada y cubierta por una coraza; de forma mecánica se puso