Page 234 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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                           LAS MARAVILLAS DE LA ANTIGÜEDAD





  Era una práctica habitual entre los primitivos egipcios, griegos y romanos conservar
  lámparas  encendidas  en  los  sepulcros  de  sus  muertos  como  ofrendas  al  Dios  de  la

  Muerte. Es posible que también creyeran que el difunto podía usar aquellas luces para

  encontrar  el  camino  a  través  del  Valle  de  las  Sombras.  Posteriormente,  cuando  la
  costumbre se generalizó, no solo se enterraban con los muertos lámparas de verdad,

  sino  también  miniaturas  de  lámparas  de  barro  cocido.  Algunas  se  introducían  en

  recipientes redondos para protegerlas e incluso se registran casos en los que se halló

  en ellas el aceite original, en perfecto estado de conservación, después de más de dos
  mil  años.  Hay  pruebas  más  que  suficientes  de  que  muchas  de  aquellas  lámparas

  estaban encendidas cuando se sellaron los sepulcros y se ha declarado que seguían

  ardiendo cuando las cámaras se abrieron, al cabo de varios siglos. La posibilidad de

  preparar un combustible que se renovara tan rápido como se consumía ha dado lugar
  a  bastantes  controversias  entre  los  autores  medievales.  Después  de  un  análisis

  adecuado  de  las  pruebas  disponibles,  cabe  la  posibilidad  de  que  los  antiguos

  sacerdotes-químicos fabricaran lámparas que permanecieran encendidas puede que no
  de forma indefinida, pero sí durante períodos prolongados.

       Numerosos expertos han escrito sobre las lámparas perennes. W. Wynn Westcott

  calcula que más de ciento cincuenta escritores han tocado el tema y H. P. Blavatsky

  dice  que  son  173.  Si  bien  las  conclusiones  de  los  distintos  autores  discrepan,  la
  mayoría  reconoce  la  existencia  de  aquellas  lámparas  extraordinarias.  Muy  pocos

  sostenían  que  las  lámparas  arderían  para  siempre,  aunque  muchos  se  mostraron

  dispuestos  a  admitir  que  podían  permanecer  encendidas  durante  varios  siglos  sin

  reabastecerse de combustible. Algunos opinaban que las llamadas lámparas perennes
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