Page 235 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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no eran más que artificios de los astutos sacerdotes paganos, mientras que muchos,
tras reconocer que las lámparas realmente estaban encendidas, afirmaban
rotundamente que el diablo estaba usando aquel milagro aparente para atrapar a los
incautos y, de ese modo, conducir sus almas hacia la perdición.
Sobre esta cuestión, el erudito jesuita Athanasius Kircher, por lo general digno de
confianza, manifiesta una notable falta de coherencia. En su Oedipus Aegyptiacus
escribe lo siguiente: «Se ha comprobado que no pocas de estas lámparas perennes
eran dispositivos diabólicos. […] Y supongo que todas las lámparas halladas en las
tumbas de los gentiles y dedicadas al culto de determinados dioses eran de este tipo,
no porque ardieran ni porque se tuviera constancia de que hubieran ardido con una
llama perpetua, sino porque, probablemente, el diablo las había puesto allí con la mala
intención de conseguir nuevos creyentes para un culto falso».