Page 291 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 291

como los arcángeles que controlaban los planetas. Los siete arcángeles, con los tres

  espíritus  que  controlaban  el  sol  en  su  aspecto  triple,  constituyen  el  10:  la  década
  pitagórica sagrada. La misteriosa tetractys pitagórica, o las cuatro hileras de puntos

  que van aumentando del 1 al 4, representaba las etapas de la creación. La gran verdad

  pitagórica de que todo lo que hay en la naturaleza se regenera mediante la década, o el

  10, se preserva sutilmente en la masonería mediante los apretones de manos, que se
  logran por la unión de diez dedos, los cinco de una mano de cada persona.

       Los 3 (espíritu, mente y alma) descienden en los 4 (el mundo) y la suma es el 7, o

  la  naturaleza  mística  del  hombre,  compuesta  por  un  cuerpo  espiritual  triple  y  una

  forma material cuádruple, simbolizados por el cubo, que tiene seis superficies y un
  séptimo punto misterioso en su interior. Las seis superficies son las direcciones: norte,

  este, sur, oeste, arriba y abajo, o delante, detrás, derecha, izquierda, encima y debajo; o

  también tierra, fuego, aire, agua, espíritu y materia. En medio de todos ellos está el 1,
  que es la figura erguida del hombre, de cuyo centro en el cubo irradian seis pirámides.

  De aquí procede el gran axioma oculto: «El centro es el padre de todas las direcciones,

  las dimensiones y las distancias».
       La héptada es el número de la ley, porque es el número de los legisladores de la

  ley cósmica, los siete espíritus que hay delante del trono.

       La ogdóada, o el ocho, era sagrada porque era el número del primer cubo, una

  forma que tenía ocho vértices y era el único número parmente par inferior a 10 (1 - 2 -
  4 - 8 - 4 - 2 - 1). El ocho se divide en dos cuatros, cada cuatro se divide en dos doses

  y cada dos se divide en dos unos, con lo cual se restablece la mónada. Algunas de las

  palabras  clave  para  la  ogdóada  son:  amor,  consejo,  prudencia,  ley  y  conveniencia.

  Algunas de las divinidades que participaban de su naturaleza eran Panarmonía, Rea,
  Cibeles, Cadmea, Dindimene, Orcia, Neptuno, Temis y Euterpe (una de las musas).

       La ogdóada era un número misterioso relacionado con los Misterios eleusinos de

  Grecia  y  los  de  los  cabiros.  La  llamaban  el  pequeño  número  sagrado.  Su  forma
  derivaba en parte de las serpientes enroscadas de los caduceos de Hermes y en parte

  del movimiento serpenteante de los cuerpos celestes y, posiblemente, también de los

  nodos de la luna.

       La  enéada,  o  el  nueve,  era  el  primer  cuadrado  de  un  número  impar  (3 x 3).  Se
  asociaba con el fracaso y el defecto, porque, por uno, no llegaba al número perfecto:

  el  diez.  La  llamaban  el  número  del  hombre,  por  sus  nueve  meses  de  vida  como

  embrión.  Algunas  de  sus  palabras  clave  son  océano  y  horizonte,  porque  para  los

  antiguos ninguno de los dos tenía límites. La enéada es el número infinito, porque no
  hay  nada  más  allá,  salvo  el  diez  infinito.  La  llamaban  límite  y  limitación,  porque
   286   287   288   289   290   291   292   293   294   295   296