Page 290 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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eligieron la estrella de cinco puntas, o pentáculo, como símbolo de vitalidad, salud y

  compenetración.
       Era habitual que los filósofos ocultaran el elemento tierra bajo el símbolo de un

  dragón y a muchos de los héroes de la Antigüedad los enviaban a matar al dragón,

  para que introdujeran su espada (la mónada) en el cuerpo del dragón (la tétrada), con

  lo cual se formaba la péntada, el símbolo de la victoria de la naturaleza espiritual sobre
  la material. Los cuatro elementos se simbolizaban en las primeras escrituras bíblicas

  como  los  cuatro  ríos  que  salían  del  jardín  del  Edén.  Los  propios  elementos  están

  sometidos al control de los complejos querubines de Ezequiel.

       Según los pitagóricos, la héxada, o el 6, representa —como decía san Clemente de
  Alejandría— la creación del mundo tanto según los profetas como según los Misterios

  antiguos. Los pitagóricos la llamaban la perfección de todas las partes. Este número

  era particularmente sagrado para Orfeo y también para la parca Laquesis y la musa
  Talía. La llamaban la forma de las formas, la articulación del universo y la creadora

  del alma.

       Para los griegos, la armonía y el alma tenían una naturaleza similar, porque todas
  las almas son armoniosas. La héxada también es el símbolo del matrimonio, porque

  está formada por la unión de dos triángulos, uno masculino y el otro femenino. Entre

  las palabras clave que se dan a la héxada están: el tiempo, porque es la medida de la

  duración;  la  panacea,  porque  la  salud  es  equilibrio  y  la  héxada  es  un  número  de
  equilibrio; el mundo, porque este, como la héxada, a menudo parece consistir en la

  armonía de los contrarios; omnisuficiente, porque sus partes son suficientes para la

  totalidad (3 + 2 + 1 = 6), y fresco, porque contiene los elementos de la inmortalidad.

       Los  pitagóricos  llamaban  a  la  héptada,  o  el  siete,  «venerable».  También  la
  consideraban  el  número  de  la  religión,  porque  el  hombre  está  controlado  por  siete

  espíritus celestiales a quienes tiene que hacer ofrendas. Fue llamado «el número de la

  vida», porque se creía que las criaturas humanas nacidas en el séptimo mes de vida
  embrionaria solían vivir, mientras que las nacidas en el octavo mes a menudo morían.

  Un  autor  la  llamó  «la  Virgen  sin  madre»,  Minerva,  porque  no  había  nacido  de  una

  madre, sino de una corona, o de la cabeza del Padre, la mónada. Las palabras clave de

  la  héptada  son:  fortuna,  ocasión,  custodia,  control,  gobierno,  juicio,  sueños,  voces,
  sonidos  y  lo  que  conduce  a  todas  las  cosas  a  su  fin.  Algunas  divinidades  cuyos

  atributos se expresaban mediante la héptada eran: Aegis, Osiris, Marte y Clio (una de

  las musas).

       La héptada es un número sagrado para muchas naciones antiguas. Se supone que
  los Elohim de los judíos eran siete. Eran los espíritus del amanecer, más conocidos
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