Page 313 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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partes encajaron a la perfección «sin el martillo de la discordia, el hacha de la división

  ni ninguna herramienta maliciosa».
       La  controvertida  Constitución  de  1723  de  Anderson,  publicada  en  Londres  en

  1723  y  reimpresa  por  Benjamín  Franklin  en  Filadelfia  en  1734,  describe  con  estas

  palabras la división de los trabajadores que intervinieron en la construcción de la Casa

  Eterna: «Sin embargo, ni la pagoda de Dagon ni las mejores construcciones de Tiro y
  Sidón  se  pueden  comparar  con  el  templo  del  Dios  Eterno  en  Jerusalén.  […]  se

  emplearon en él por lo menos 3600 príncipes, o maestros, para llevar a cabo la obra

  según  las  indicaciones  de  Salomón,  con  ochenta  mil  canteros  en  la  montaña,  o

  compañeros, y setenta mil peones, en total 153 600 además de la leva de Adoniram
  para trabajar en las montañas de Líbano por turnos con los sidonios, a saber, treinta

  mil, con lo cual en total fueron 183 600». Daniel Sickels habla de tres mil trescientos

  supervisores, en lugar de tres mil seiscientos, y menciona a los tres Grandes Maestros
  por separado. El mismo autor calcula el coste del templo en casi cuatro mil millones

  de dólares.

       La leyenda masónica de la construcción del Templo de Salomón no coincide en
  todos  los  aspectos  con  la  versión  de  las  Escrituras,  sobre  todo  en  las  partes

  relacionadas  con  Hiram  Abí.  Según  la  versión  bíblica,  este  Maestro  regresó  a  su

  propio país; en la alegoría masónica, es asesinado a traición. A este respecto, A. E.

  Waite,  en  A  New  Encyclopaedia  of  Freemasonry,  hace  el  siguiente  comentario
  explicativo:



       La  leyenda  del  Maestro  Constructor  es  la  gran  alegoría  de  la  masonería.

       Resulta que esta historia figurativa se basa en la existencia de una personalidad

       mencionada  en  la  Sagrada  Escritura,  aunque  este  antecedente  histórico  se
       refiere a los accidentes, en lugar de a la esencia: la importancia reside en la

       alegoría y no en ningún punto de la historia que pueda haber tras ella.
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