Page 339 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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tanto la esfera del fuego como la de la tierra están en armonía de diapasón
con la esfera de la igualdad, y también que el fuego y la tierra están en
armonía de disdiapason entre si.
Los Misterios griegos incluían en sus doctrinas un concepto magnífico de la relación
existente entre música y forma. Por ejemplo, se consideraba que los elementos
arquitectónicos eran comparables con modos y notas musicales o que tenían un
equivalente musical. Por consiguiente, cuando se levantaba un edificio en el cual se
combinaban una cantidad de estos elementos, se lo comparaba con un acorde musical,
que solo era armonioso cuando cumplía todos los requisitos matemáticos de los
intervalos armónicos. Consciente de esta analogía entre el sonido y la forma, Goethe
decía que «la arquitectura es música cristalizada».
En la construcción de sus templos de iniciación, los sacerdotes primitivos con
frecuencia demostraron su conocimiento superior de los principios básicos de los
fenómenos conocidos como vibración. Una parte considerable de los rituales
mistéricos consistía en invocaciones y salmodias, para lo cual se construían cámaras
acústicas especiales: una palabra que se susurrase en una de aquellas salas se
intensificaba tanto que las reverberaciones hacían oscilar todo el edificio y lo llenaban
con un rugido ensordecedor. Hasta la madera y la piedra utilizadas en la construcción
de aquellos edificios sagrados acababan por impregnarse tanto de las vibraciones
sonoras de las ceremonias religiosas que, cuando las golpeaban, reproducían los tonos
que los rituales habían impreso repetidas veces en su sustancia.
Cada elemento de la naturaleza tiene su propia tónica. Si estos elementos se
combinan en una estructura compuesta, el resultado es un acorde que, al sonar,
descompone el conjunto en las partes que lo componen. Asimismo, cada individuo
tiene una tónica que, si suena, lo destruye. La alegoría de la destrucción de las
murallas de Jericó cuando sonaron las trompetas de Israel pretendía —sin duda—
plantear la importancia arcana de cada tónica o vibración.
La Filosofía del color
«La luz —escribe Edwin D. Babbit— revela la magnificencia del mundo exterior y, sin
embargo, es lo más magnífico. Aporta belleza, revela belleza y es, en sí misma, lo más
bello. Analiza, revela la verdad y pone al descubierto la simulación, porque muestra