Page 344 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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XVIII
PECES, INSECTOS, ANIMALES, REPTILES Y AVES
—Primera parte—
Todas las razas de la Antigüedad veneraban a las criaturas que vivían en el agua, el
aire y la tierra. Conscientes de que los cuerpos visibles no son más que símbolos de
las fuerzas invisibles, los antiguos adoraban al Poder Divino a través de los reinos
inferiores de la naturaleza, porque aquellas criaturas menos evolucionadas y más
simples reaccionaban de forma más inmediata a los impulsos creativos de los dioses.
Los sabios de antaño estudiaron los seres vivos hasta el extremo de darse cuenta de
que la manera más perfecta de comprender a Dios es a través del conocimiento de Su
obra suprema: la naturaleza animada y la inanimada.
Todas las criaturas que existen manifiestan algún aspecto de la inteligencia o el
poder del Uno Eterno, que jamás se puede llegar a conocer si no es a través del
estudio y la apreciación de Sus partes, que son contadas pero inconcebibles. Por
consiguiente, cuando se elige una criatura como símbolo para la mente humana
concreta de algún principio abstracto oculto, se debe a que sus características
manifiestan en una acción visible aquel principio invisible. En el simbolismo religioso
de casi todas las naciones aparecen peces, insectos, animales, reptiles y aves, porque
las formas y los hábitos de estas criaturas y el medio en el que existen las relacionan
estrechamente con los diversos poderes generadores y germinadores de la naturaleza,
que se consideraban pruebas visibles de la omnipresencia divina.
Como los filósofos y los científicos primitivos sabían que toda la vida tenía origen
en el agua, eligieron el pez como símbolo del germen de la vida. El símil resulta aún
más acertado por el hecho de que los peces son los seres más prolíficos. Aunque es
posible que los sacerdotes primitivos no contaran con los instrumentos necesarios