Page 342 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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naturaleza del sol, análoga a la luz blanca, contiene las semillas de todas las potencias
de tono y color que manifiesta.
Hay numerosas disposiciones arbitrarias que expresan las relaciones mutuas entre
los planetas, los colores y las notas musicales. El sistema más satisfactorio es el que se
basa en la ley de las octavas. El sentido del oído tiene un alcance mucho más amplio
que el de la vista, porque, mientras que el oído puede registrar entre nueve y once
octavas de sonido, el ojo se limita a conocer apenas siete colores fundamentales, un
tono menos que la octava. El rojo, cuando se sitúa como el color más bajo en la escala
cromática, corresponde al do, la primera nota de la escala musical. Si continuamos la
analogía, el anaranjado corresponde al re, el amarillo al mi, el verde al fa, el azul al
sol, el índigo al la y el violeta al si. El octavo color necesario para completar la escala
debería ser la octava superior del rojo, el primer color. La precisión de esta
disposición se demuestra mediante dos hechos sorprendentes: 1) las tres notas
fundamentales de la escala musical —la primera, la tercera y la quinta— corresponden
a los tres colores primarios: el rojo, el amarillo y el azul; 2) la séptima nota de la escala
musical, la menos perfecta, corresponde al morado, el color menos perfecto de la
escala cromática.
En Los principios de la luz y el color, Edwin D. Babbit confirma la
correspondencia entre la escala cromática y la musical: «Así como el do está en la
parte inferior de la escala musical y se hace con las ondas de aire más bastas, el rojo
está en la parte inferior de la escala cromática y se hace con las ondas más bastas del
éter luminoso. Mientras que la nota musical si [la séptima nota de la escala] requiere
cada vez cuarenta y cinco vibraciones de aire, la nota do, en el extremo inferior de la
escala, requiere veinticuatro, es decir, poco más de la mitad, y el violeta extremo
requiere alrededor de ochocientos billones de vibraciones de éter por segundo,
mientras que el rojo extremo requiere tan solo alrededor de cuatrocientos cincuenta
billones, que también es poco más de la mitad. Cuando una octava musical acaba, otra
comienza y continúa con apenas el doble de vibraciones que las que se usaban en la
primera octava y así se repiten las mismas notas en una escala mejor. Asimismo,
cuando la escala de los colores visibles al ojo común acaba con el violeta, otra octava
con colores invisibles mejores, con casi el doble de vibraciones, comienza y avanza
precisamente en base a la misma ley».
Cuando los colores se relacionan con los doce signos del Zodiaco, se distribuyen
como los rayos de una rueda. A Aries le corresponde el rojo puro; a Tauro, el rojo
anaranjado; a Géminis, el anaranjado puro; a Cáncer, el amarillo anaranjado; a Leo, el
amarillo puro; a Virgo, el verde amarillento; a Libra, el verde puro; a Escorpio, el azul