Page 361 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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cesar en medio del caos.
La esfinge egipcia, el centauro griego y el hombre-toro de los asirios tienen mucho
en común. Los tres son criaturas complejas que combinan elementos humanos y
animales: en los Misterios, todos representan la naturaleza compleja del hombre y
hacen velada referencia a las jerarquías de los seres celestiales que dirigen el destino
de la humanidad. Estas jerarquías son los doce animales sagrados que hoy conocemos
como constelaciones, unos grupos de estrellas que son meros símbolos de impulsos
espirituales impersonales. Quirón, el centauro que enseña a los hijos de los hombres,
representa las inteligencias de la constelación de Sagitario, que eran las guardianas de
la doctrina secreta mientras (geocéntricamente) el sol pasaba por el signo de Géminis.
El hombre-toro asirio de cinco patas, con alas de águila y cabeza humana, nos
recuerda que la naturaleza invisible del hombre tiene las alas de un dios, la cabeza de
un hombre y el cuerpo de un animal. El mismo concepto se expresaba mediante la
esfinge: el guardián armado de los Misterios, que, en cuclillas a la entrada del templo,
no dejaba entrar a los profanos. Situada así entre el hombre y sus posibilidades
divinas, la esfinge representaba también la propia doctrina secreta. En los cuentos
infantiles abundan las descripciones de monstruos simbólicos, porque casi todos estos
cuentos se basan en el antiguo folclore místico.