Page 398 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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                                   PIEDRAS, METALES Y GEMAS





  Según enseñaban los primeros filósofos, cada uno de los cuatro elementos primarios
  tiene su análogo en la cuádruple constitución terrestre del hombre. Las piedras y la

  tierra corresponden a los huesos y la carne; el agua, a los distintos fluidos; el aire, a los

  gases, y el fuego, al calor del cuerpo. Como los huesos son el marco que sostiene la
  estructura  corporal,  se  pueden  considerar  un  emblema  adecuado  del  espíritu:  el

  fundamento divino que sostiene el tejido complejo formado por la mente, el alma y el

  cuerpo. Para el iniciado, el esqueleto de la muerte que sujeta la guadaña con sus dedos

  huesudos representa a Saturno (Cronos), el padre de los dioses, que lleva la hoz con
  la que mutiló a Ouranos, su propio padre.

       En  la  lengua  de  los  Misterios,  los  espíritus  de  los  hombres  son  los  huesos  de

  Saturno reducidos a polvo. Este dios siempre se adoraba con el símbolo de la base o

  el pie, puesto que se lo consideraba la infraestructura que sostenía la creación. El mito
  de Saturno tiene su sustento histórico en los registros fragmentarios conservados por

  los antiguos griegos y fenicios con respecto a un rey de este nombre que gobernaba el

  antiguo  continente  de  Hiperbórea.  Como  Polaris,  Hiperbórea  y  la  Atlántida  están
  enterradas debajo de los continentes y los océanos del mundo moderno, a menudo se

  representan  como  rocas  que  mantienen  sobre  su  extensa  superficie  nuevas  tierras,

  razas e imperios. Según los Misterios escandinavos, las piedras y los acantilados se

  formaron  a  partir  de  los  huesos  de  Ymir,  el  gigante  primigenio  de  arcilla  ardiente,
  mientras que, para los místicos helenos, las rocas eran los huesos de la Gran Madre,

  Gæa.

       Después del diluvio enviado por los dioses para destruir a la humanidad al final de

  la  Edad  de  Hierro,  los  únicos  que  quedaron  con  vida  fueron  Deucalión  y  Pirra.  Al
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