Page 401 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
P. 401

fortificaciones  y  desde  aquellas  posiciones  estratégicas  arrojaba  rocas  contra  los

  merodeadores.  En  cavernas  o  en  cabañas  rudimentarias  construidas  con  placas  de
  piedra,  los  primeros  seres  humanos  se  protegían  del  rigor  de  los  elementos.  Se

  levantaban  piedras  como  indicadores  y  como  monumentos  a  los  logros  primitivos;

  también se colocaban sobre las tumbas de los muertos, probablemente como medida

  de  precaución,  para  evitar  la  depredación  de  los  animales  salvajes.  Durante  las
  migraciones,  aparentemente  era  habitual  que  los  pueblos  primitivos  transportasen

  consigo piedras procedentes de su hábitat original. Como la tierra natal o el lugar de

  nacimiento  de  una  raza  se  consideraba  sagrado,  aquellas  piedras  eran  símbolos  del

  aprecio universal que todas las naciones compartían con respecto a su lugar de origen.
  Descubrir que el fuego se podía obtener frotando dos piedras aumentó la reverencia

  que el hombre sentía por ellas, aunque con el tiempo el mundo de maravillas hasta

  entonces insospechado que abrió el elemento del fuego, recién descubierto, hizo que
  la pirolatría sustituyera al culto a las piedras. El Padre oscuro y frío —la piedra— dio

  origen al Sol brillante —el fuego— y la llama recién nacida desplazó a su padre y se

  convirtió en el más impresionante y misterioso de los símbolos religiosos filosóficos
  extendido y perdurable a lo largo de los siglos.

       El  cuerpo  de  todas  las  cosas  se  comparaba  con  una  roca,  ya  fuera  cortada  en

  forma  de  cubo  o  labrada  con  más  cuidado  para  hacer  un  pedestal,  mientras  que  el

  espíritu de las cosas se comparaba con la figura tallada con cuidado que se le ponía
  encima. Por consiguiente, se erigieron altares como símbolo del mundo inferior y se

  mantenía  encendido  el  fuego  en  ellos  para  representar  la  esencia  espiritual  que

  iluminaba el cuerpo que los coronaba. En realidad, el cuadrado es una de las caras de

  un  cubo,  la  figura  correspondiente  en  geometría  plana  y  su  símbolo  filosófico.  En
  consecuencia, cuando consideraban la tierra como un elemento y no como un cuerpo,

  los  griegos,  los  brahmanes  y  los  egipcios  siempre  hacían  referencia  a  sus  cuatro

  esquinas, aunque eran totalmente conscientes de que el planeta en sí era una esfera.
       Como sus doctrinas eran la base firme de todo conocimiento y el primer paso para

  alcanzar  la  inmortalidad  consciente,  los  Misterios  se  representaban  a  menudo  como

  piedras  cúbicas  o  piramidales.  Por  su  parte,  estas  historias  se  convirtieron  en  el

  emblema de la condición de la divinidad alcanzada por uno mismo. La inalterabilidad
  de  la  piedra  la  convirtió  en  emblema  adecuado  de  Dios  —la  fuente  inamovible  e

  inalterable de la existencia— y también de las ciencias divinas: la relevación eterna de

  Sí  mismo  a  la  humanidad.  Como  personificación  del  intelecto  racional,  que  es  la

  verdadera  base  de  la  vida  humana,  Mercurio,  o  Hermes,  se  simbolizaba  de  manera
  similar. Se instalaban en lugares públicos pilares cuadrados o cilíndricos, coronados
   396   397   398   399   400   401   402   403   404   405   406