Page 399 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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entrar en un santuario en ruinas para orar, un oráculo les dijo que se marcharan del
templo y, con la cabeza velada y la ropa suelta, echaran a sus espaldas los huesos de
su madre. Deucalión entendió que el mensaje críptico del dios quería decir que la
tierra era la Gran Madre de todas las criaturas, de modo que recogió unas piedras
sueltas, le pidió a Pirra que hiciera lo mismo y las arrojó a sus espaldas De aquellas
piedras surgió una raza nueva y fornida de seres humanos: las piedras que arrojó
Deucalión se convirtieron en hombres y las que arrojó Pirra, en mujeres. Esta alegoría
representa el misterio de la evolución humana, porque el espíritu, al infundir alma en
la materia, se convierte en el poder interno que, poco a poco pero siguiendo un orden,
eleva el mineral al estado vegetal, la planta al plano animal, el animal a la dignidad
humana y el hombre al estado de los dioses.
El sistema solar se organizaba mediante fuerzas que actuaban hacia dentro a partir
del gran anillo de la esfera de Saturno y, puesto que Saturno controlaba el comienzo
de todas las cosas, lo más lógico es deducir que las primeras formas de culto estaban
dedicadas a él y a su símbolo peculiar: la piedra. Por consiguiente, la naturaleza
intrínseca de Saturno es sinónimo de la roca espiritual que es el fundamento
imperecedero del templo solar y tiene como antitipo u octava inferior a la roca
terrestre —el planeta Tierra—, que sostiene sobre su superficie irregular los diversos
géneros de la vida terrenal.
A pesar de lo incierto de su origen, no cabe duda de que la litolatría constituye una
de las primeras formas de expresión religiosa. «En todo el mundo —escribe Godfrey
Higgins—, parece que el primer objeto de idolatría fue una piedra simple, sin trabajar,
puesta en el suelo, como emblema del poder generador o procreador de la
naturaleza.» [95] Existen restos del culto a las piedras distribuidos por la mayor parte de
la superficie terrestre; un ejemplo notable son los menhires de Carnac, en Bretaña:
varios miles de piedras gigantescas y sin cortar, dispuestas en once hileras. Muchos de
estos monolitos sobresalen más de seis metros de la arena en la que están clavados y,
según los cálculos, algunos de los más grandes pueden pesar más de cien toneladas.
Hay quienes creen que determinados menhires marcan el lugar donde hay un tesoro
escondido, aunque lo más plausible es que Camac sea un monumento al conocimiento
astronómico de la Antigüedad. Los túmulos de piedra (cairn), los dólmenes, los
menhires y las cistvaen o cámaras funerarias que hay dispersas por todas las islas
británicas y en Europa se levantan como testimonios mudos, pero elocuentes, de la
existencia y los logros de unas razas que ya se han extinguido.
Tienen particular interés las «rocas balancín», que ponen de manifiesto la