Page 402 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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por una cabeza de Hermes con barba y llamados «hermas». Término, una forma de
Júpiter y dios de los límites y las fronteras, de cuyo nombre deriva la palabra moderna
«terminal», también se representaba mediante una piedra vertical, a veces adornada
con la cabeza del dios, que se colocaba en el límite de las provincias y en las
intersecciones de los caminos importantes.
La piedra filosofal en realidad es la piedra del filósofo, porque la filosofía se
compara con una joya mágica, cuyo contacto convierte las sustancias de baja ley en
piedras invalorables como ella misma. La sabiduría es el poder de proyección del
alquimista, que transforma muchas veces su propio peso de ignorancia grosera en la
sustancia preciosa de la iluminación.
Las tablas de la Ley
Cuando estaba en lo alto del monte Sinaí, Moisés recibió de Jehová dos tablas en las
que se inscribían los caracteres del Decálogo, trazados por el propio dedo del Dios de
Israel. Aquellas tablas estaban hechas del zafiro divino, Schethiyâ, que el Altísimo,
tras arrancarlo de su propio trono, había lanzado al abismo para que se convirtiera en
el fundamento y el generador de los mundos. El aliento divino rompió aquella piedra
sagrada, hecha de rocío celestial, y en cada una de las dos partes el fuego negro dibujó
las figuras de la Ley. Aquellas inscripciones preciosas, resplandecientes de esplendor
celestial, fueron entregadas por el Señor el día del sabbat en las manos de Moisés, que
pudo leer las letras iluminadas del lado del revés por la transparencia de la gran joya.
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Los Diez Mandamientos son las diez piedras preciosas brillantes que el Uno Santo
puso en el mar de zafiro del Ser, y en las profundidades de la materia los reflejos de
estas joyas se ven como las leyes que rigen las esferas sublunares. Son los diez
sagrados, mediante los cuales la Divinidad Suprema ha estampado Su voluntad sobre
la faz de la Naturaleza. Es la misma década a la cual los pitagóricos rendían homenaje
bajo la forma de la tetractys, el triángulo de puntos espermáticos que revela a los
iniciados todo el funcionamiento del plan cósmico; porque el diez es el número de la
perfección, la llave de la creación y el símbolo adecuado de Dios, el hombre y el
universo.
Por su idolatría, Moisés pensó que los israelitas no eran dignos de recibir las tablas
de zafiro y, por consiguiente, las destruyó, para que los Misterios de Jehová no fueran
violados. En lugar del original, Moisés utilizó dos tablas de piedra tosca, en cuya