Page 564 - Las enseñanzas secretas de todos los tiempos
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atlantes, que, obligados por los cataclismos volcánicos a abandonar sus siete islas,
habían emigrado a Egipto —por entonces, una colonia de la Atlántida—, donde
establecieron un gran centro de civilización filosófico y literario que posteriormente
ejercería una influencia profunda en la religión y la ciencia de innumerables razas y
pueblos. En la actualidad, nadie se acuerda de Egipto, pero lo egipcio será recordado y
venerado siempre. Egipto está muerto y, sin embargo, seguirá siendo inmortal en su
literatura, su filosofía y su arquitectura.
Así como Odín fundó sus Misterios en Escandinavia y Quetzalcóatl, en México,
Moisés, trabajando incansablemente con el pueblo, entonces nómada, de las doce
tribus de Israel, estableció en medio de él su escuela secreta y simbólica, que es lo que
se conoce como los Misterios del Tabernáculo. El Tabernáculo de los judíos no era
más que un templo construido según el modelo de los templos egipcios, que se podía
transportar para satisfacer las necesidades del carácter errante por el cual eran famosos
los israelitas. Cada una de las partes del Tabernáculo y lo que lo rodeaba simbolizaba
alguna gran verdad natural o filosófica. Para el profano no era más que un lugar al
que llevar ofrendas y en el cual hacer sacrificios; para el sabio era un templo de
aprendizaje consagrado al Espíritu Universal de la Sabiduría.
Aunque las grandes mentes del mundo judío y el cristiano se han dado cuenta de
que la Biblia es un libro lleno de alegorías, parece que pocos se han tomado la
molestia de investigar sus símbolos y sus parábolas. Dicen que, cuando Moisés
instituyó sus Misterios, transmitió a unos pocos iniciados escogidos determinadas
enseñanzas orales que jamás se podían poner por escrito, sino que se tenían que
preservar verbalmente de generación en generación. Aquellas instrucciones tenían
forma de claves filosóficas, gracias a las cuales las alegorías revelaban su significado
oculto. Los judíos llamaban Cábala (Cabalá, Kabbalah, Qabbalah) a aquellas claves
místicas de sus escritos sagrados.
Parece que el mundo moderno ha olvidado la existencia de aquellas enseñanzas no
escritas, que brindaban una explicación satisfactoria de las aparentes contradicciones
de las Escrituras, y que tampoco recuerda que los paganos nombraron custodio de la
clave del templo de la sabiduría al Jano de dos caras. Jano se ha transformado en san
Pedro, que tantas veces se representa con la llave de la puerta del cielo en la mano.
Las llaves de oro y plata del «vicario de Dios en la tierra», el Papa, representan esta
«doctrina secreta» que, cuando se comprende bien, abre el cofre de los tesoros de la
Cábala cristiana y la judía.
Los templos del misticismo egipcio (de los cuales se copió el Tabernáculo) eran,
según sus propios sacerdotes, representaciones del universo en miniatura. El sistema